'Todos tenemos una idea de lo que es la dignidad': Arnoldo Kraus | Entrevista inédita 
Médico, escritor y humanista, Arnoldo Kraus defendió siempre la dignidad del enfermo y el derecho a decidir sobre la propia vida y la muerte.
- Redacción AN / MDS

Por Beatriz de León*
Arnoldo Kraus (1951-2025) falleció el pasado sábado a los 73 años. Como homenaje a su trayectoria, recuperamos esta charla de 2016 en torno a su libro ‘Quizás en otro lugar’. En esta entrevista inédita, el médico y escritor habló de la muerte, el dolor, la ética y los padecimientos de un país como México, temas que abordó ampliamente en su obra y que lo colocaron como un referente de la bioética.
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Como médico y escritor, Arnoldo Kraus defiende el derecho de las personas a morir con dignidad, a decidir qué hacer cuando la enfermedad invade el cuerpo.
Porque la enfermedad consume la dignidad, la autonomía y la capacidad de disfrutar la vida. Y esa decisión, dice, compete primero al enfermo, a la familia y a sus seres queridos; a los médicos, en menor medida, y a los religiosos, nada.
Sin embargo, el inmenso poder de la ciencia muchas veces prolonga vidas sin sentido, alargando el dolor y la agonía, señala el autor de Quizás en otro lugar (Sexto Piso, 2016).
“Como decía el personaje de la película de Alejandro Amenábar Mar adentro, más que prolongar la vida se prolonga la muerte, y esas muertes largas son absolutamente innecesarias”.
Cuando el individuo está en plenitud es cuando debe elegir cómo quiere morir y expresarlo, en un documento escrito, con un notario, con el ser querido o con los amigos.
Eso permite a la persona apropiarse de su muerte y evitar largas agonías, esfuerzos inútiles cuando no hay esperanzas y hasta discrepancias familiares.
Morir con dignidad es un concepto muy complicado, que varía en cada persona y que va transformándose conforme se envejece, explica Kraus en entrevista.
“Todos tenemos una idea de lo que es la dignidad”, señala, “y, hacia el final de la vida, debe ser un término importante, pero se toma poco en cuenta y no se repara en cómo quiere uno morir”.
Él recomienda actuar cuando se está en posibilidad de decidir, pensar y repensar cómo se quiere el final.
“No hablo de un accidente, un suicidio, un infarto, sino de una persona que va envejeciendo o va enfermando, y que la enfermedad le anuncia que en algún momento, en meses o en años, llegará la muerte”.
En México, señala, ya existen los instrumentos legales para hacerlo.”Lo que llamamos instrucciones anticipadas o testamento vital, que ya existe en algunos lugares de la república, y si no existe tampoco importa, porque uno puede acordarlo con su médico o con los familiares”.
Pero, aclara, decidir de acuerdo con las circunstancias, pues en México está prohibida la eutanasia.
Kraus sugiere hablar abiertamente del tema y él, en lo particular, ha escrito mucho al respecto, aunque siempre hay algo nuevo, con países que incluso ya están hablando de suicidio asistido o han aprobado la eutanasia activa.
La muerte es terrible, dice, pero muchas veces bienvenida, deseada, cuando la persona está muy enferma.
En México, no ha cambiado mucho la cultura alrededor de la muerte digna, pero confía en que se hable más cuando haya una modificación a la ley, como sucedió con el matrimonio igualitario.
Del consultorio a la literatura
Como médico, Arnoldo Kraus tiene razones para escribir sobre el dolor, la muerte y la ética, temas universales que aborda como columnista, ensayista o desde la ficción.
“Doy clases sobre ética médica y el tema de la muerte me hace escribir más y diferente, porque soy un defensor a ultranza de temas vinculados con el final de la vida”.
Además, la mayoría de quienes escriben dedican espacio a la muerte; siempre atrae, por cuestiones filosóficas, sociales o personales.
O porque todos, como decimos siempre, vamos hacia allá.
Al igual que en sus obras anteriores, en su libro Quizás en otro lugar (Sexto Piso, 2016), varios de los cuentos tocan el tema médico o parten de una realidad médica, como en El caso usted o Marita se llamaba, basados en historias reales y que narran dos formas de afrontar el dolor.
Son duros, porque la medicina tiene una parte dura y cruda.
Sin embargo, en Quizás en otro lugar, más de la mitad de los cuentos está lejos de esa temática, también se adentra en los padecimientos contemporáneos como la depresión, la soledad o la soberbia; critica el binomio de pobreza y patología, cuestiona al médico como figura cuasi divina, aborda la necesidad humana de tener esperanzas; explora los retos del mundo editorial, plasma la belleza de la lectura compartida o evoca historias familiares.
Kraus es médico internista, imparte clases en la Facultad de Medicina de la UNAM, escribe en periódicos y revistas, y es miembro del Colegio de Bioética y del Seminario de Cultura Mexicana.
En sus escritos periodísticos y literarios ejerce la crítica a los excesos de la medicina, la ciencia y el poder, textos que han contribuido al debate sobre el bien morir o la ética; incluso, junto con Ruy Pérez Tamayo publicó el Diccionario incompleto de bioética.
En sus libros, explora los temas que le apasionan: dolor, muerte, dignidad y ética; en su profesión y en su vida, defiende la ética médica y la bioética, la filosofía del siglo XXI, como él la llama.
Para Kraus es fundamental preparar a los estudiantes de medicina en ética, bioética y otras áreas humanistas, pero la ética importa poco por ser una materia poco redituable o no redituable económicamente.
“Si ve los planes de estudio, los planes de investigación, van más hacia lo que deja dinero, hacia la productividad tecnológica o la inversión para encontrar nuevos medicamentos o aparatos”.
Un porcentaje bajo de médicos está comprometido con temas como la relación médico-paciente, la eutanasia o la autonomía.
“En la Grecia de Platón, después de los filósofos, que eran los más apreciados, seguían los médicos, porque estaban cerca del pueblo, no tenían instrumentos médicos, ni medicamentos, pero eran cercanos al ser humano”.
Pero hoy esa relación médico-paciente se ha perdido.
“La lealtad del médico debe ser hacia el enfermo, no hacia tantos otros distractores económicos, como son farmacéuticas, otros colegas médicos, hospitales, laboratorios o compañías de rayos x”, expresa.
El álbum familiar
Arnoldo Kraus es hijo de migrantes judíos polacos, quienes llegaron a México tras la Segunda Guerra Mundial.
“A lo mejor hay cierta herencia en eso, de observar a mi madre que fue una mujer muy resiliente, y eso uno lo va acaparando y atesorando conforme va envejeciendo”, dice.
Varios de sus libros están muy ligados a su historia familiar, cuatro en particular.
En A veces ayer (Cal y arena), cuenta su época de primaria, secundaria y preparatoria, sobre lo travieso que era. En otro, Recordar a los difuntos (Sexto Piso, 2014), comparte notas sobre el envejecimiento, la enfermedad y la muerte de su madre.
“No es un libro terapéutico desde el punto de vista de que lo escribí tras su muerte, pero sí fue lindo escribirlo porque la presencia del libro era la presencia de mi madre viva. Se convirtió en una compañía mientras escribía, su presencia, su historia, la vida que tuve de hijo”.
Morir antes de morir. El tiempo Alzheimer (Taurus) está dedicado a su padre, Moisés. “Lo escribí 10 años después de su muerte, quería hacer un recuento de cómo devastó el Alzheimer a una persona fuerte y con mucha vitalidad como él, que sobrevivió durante la Segunda Guerra Mundial escondido en los campos”, señala, “era un libro muy necesario para mí porque, en cierta forma, era un homenaje a mi padre”.
Finalmente, en Quién hablara por ti (Taurus) cuenta la historia de su madre, Helen, quien sufrió el holocausto en Polonia y vivió dos años escondida en un sótano.
“Ese libro fue muy importante para mí, porque en esa época, hace 10 años, era un momento complicado, porque me despidieron del Instituto Nacional de la Nutrición”, dice.
“Me sobraba tiempo, no sabía qué hacer con él, y en esa ruptura, fue terapéutico tener a mi madre al lado, acudir a su casa, que me contase su historia. Mi madre me ayudó a paliar un tanto el dolor de que me hubieran despedido”.
Además, considera un gran regalo de la vida el poder escribir la historia de su madre durante la Segunda Guerra Mundial.
“Una historia como la de tantos supervivientes, de tantos genocidios, de tantos momentos tan malos de la humanidad”, agrega.
En su vida personal, también impactó el ser hijo de migrantes, desde el momento en que no tenía primos, ni tíos en la ciudad; sólo a sus padres y a sus dos hermanos.
“Influyó muchísimo en mi forma de ser, en mi persona, cierta soledad, nostalgia y melancolía”.
Hoy, dice, los Kraus siguen siendo una familia pequeña. Con Déborah, su esposa, tiene tres hijos, Daniela, Ilana y Gabriel, y cinco nietos.
“El hijo es el menor, él llegó ayer de Australia; es médico y acaba su entrenamiento en cirugía en febrero. Dice que es más listo que yo, porque los cirujanos son los que curan y los internistas, no”.
El germen de la escritura
Arnoldo Kraus recuerda que a los 18 años nació en él el germen de la escritura, cuando pasó un año entero en Israel, en un kibutz.
“Era un lugar muy bonito, en una granja colectiva que es el kibutz; había un lago y me sentaba todos los días en una piedra, en donde veía el agua y empecé a escribir. De esa época, llené cinco cuadernos grandes, con reflexiones, poesía, con una obra de teatro; realmente, escribí mucho”.
Aún conserva en casa esas libretas que lo acompañaron en el kibutz, con sus primeras incursiones en las letras. Cuando regresó a México, entró en un dilema vocacional.
“Como en el que entran todos los que van a iniciar alguna carrera universitaria, no sabía escoger entre medicina y literatura. Opté por medicina”, agrega.
En su juventud, existían en México organizaciones judías de izquierda y él perteneció a una. “En esa organización, yo empecé a editar un periódico, con un sténcil y luego ya en una imprenta del Centro”.
Con un amigo, hacía ese periódico de ocho o 10 páginas y, cuando no tenían muchas colaboraciones, él escribía la mitad de los artículos. Pero la medicina es muy absorbente y tenía poca oportunidad de escribir, pero el germen siempre estuvo presente.
“No volví a escribir hasta un poquitín después de los 40 años, cuando llegó a mi consultorio, enfermo, Carlos Payán, director de La Jornada, y ahí se abrió una gran oportunidad para mí”, recuerda.
Ejercía la medicina plenamente, como hasta ahora, pero tenía cierta frustración por no escribir. “Me decía: ‘sabes y lees y conoces, pero no has extrapolado lo que quieres, y lo que quieres es escribir'”.
En ocasiones, también recomienda a sus pacientes la escritura terapéutica, les pide una página con las ideas que ellos tienen acerca de su enfermedad, su dolor, sus pérdidas.
“Me gusta mucho hacer corresponsables a los enfermos de su tratamiento, la vieja idea del paternalismo médico, que significa que el médico decide, y el enfermo hace lo que le dicta, que esto sucede todo el tiempo en las instituciones públicas, es una idea obsoleta”, señala.
“Hacer copartícipe al enfermo en las decisiones del médico es lo necesario y, en ocasiones, hay quienes describen muy bien su dolor, se vierten en el papel”.
Además de dividir su tiempo entre la medicina y la literatura, Kraus también disfruta el ejercicio y el arte. “Ejercicio hago unas tres, cuatro veces a la semana, para detener un poco la vejez”, dice. “Y mi vínculo con el arte, llámese pintura, cine, literatura, poesía, danza, música clásica es muy amplio”.
Tiene amigos que son grandes artistas, como Manuel Felguérez, quien realizó la portada de su más reciente libro, o Vicente Rojo, con quien ha realizado ya tres libros.
“Tengo un libro que se llama Apología del libro y otro Apología del lápiz; ahora saco Apología de las cosas, son ensayos que yo he dado a Vicente Rojo, él los ha pintado y los ha diseñado; libros muy bellos editados por Conaculta”.
Kraus sostiene que la ética –una ética laica, no religiosa– puede salvar a México y al mundo, pero también el arte puede contribuir a ello.
“Inyectar un poco de literatura, de poesía, de pintura a los niños quizá los aleja de todas las cosas tan horribles a las que están sometidos ahora; de algo debe servir sensibilizar al ser humano desde pequeño”.
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* Beatriz de León es periodista y escritora mexicana