“El periodista musical necesita reinventarse”: Enrique Blanc
El escritor recupera algunas de sus crónicas en el libro ‘Qué pasa por la calle’.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
En el prólogo que Qué pasa por la calle (Universidad de Guadalajara), Juan Carlos Hidalgo escribe que Enrique Blanc (Ciudad de México, 1961) es a la crónica musical de viaje lo que Anthony Bourdain representa para los recorridos gastronómicos. Quizá la analogía parezca algo desbordada, sin embargo, en esencia acierta.
Blanc es ante todo es melómano y escritor. Combina el aliento literario de maestros como Robert Hilburn, su mentor en Los Ángeles Times, y Greil Marcus -otra leyenda del periodismo musical-, con una curiosidad sin límites. Si bien se curtió en infinidad de diarios y revistas, cuando las había, lleva un tiempo atrincherado en los libros, entre los que destacan Café Tacvba: Bailando por nuestra cuenta, De mis pasos. Conversaciones con Julieta Venegas, Flashbacks y el nuevo y arriba citado Qué pasa por la calle, mismo que fue presentado en la Feria Internacional de la Música en Guadalajara.
“Las editoriales por fin se dieron cuenta de que existe un mercado para los libros sobre música”, dice un hombre a quien es imposible pedir que resuma en un pequeño grupo a sus clásicos. Apenas menciona uno o dos nombres, de inmediato se ligan otros y otros hasta que la lista se vuelve tan extensa como ecléctica: Bob Dylan, Patti Smith, Tom Waits, Lucinda Williams, Benjamin Biolay, Gustavo Ceratti, Soda Stereo, Café Tacvba, Nacao Zumbi, Kiko Dinucci, Los Espíritus, Julieta Venegas, The Pogues, y así podríamos seguir.
¿Qué pasa por la calle es un corte de caja de tu trabajo?
Tengo tres décadas dedicadas al periodismo musical y colaborando en distintos medios, algunos textos ya fueron publicados en medios como La banda elástica, una revista que hicimos en Los Ángeles, nos tocó atestiguar la llegada de las primeas bandas argentinas o españolas a Estados Unidos. Otros tienen más relación con mis andanzas o anécdotas en festivales, mercados o siguiendo a un músico. Cuento, por ejemplo, cómo hicimos un fanzine llamado “El acordeón”, el cual generó que Los Ángeles Times me invitará a cubrir música latina, ese tipo de historias son las que figuran en el libro.
El periodismo se ha precarizado, ¿cómo percibes al periodismo musical hoy?
A veces se tiene la idea errónea de que un periodista musical es aquel que escribe sobre discos, pero eso ya está en desuso. Además, hago radio en la Universidad de Guadalajara, donde abordo las canciones que programo desde una perspectiva periodística; colaboro con la Feria Internacional de la Música; curé una sección de cine sobre música para el FICG, es decir, todo el tiempo te tienes que reinventar. Al final se trata de sobrevivir en una profesión que ha cambiado, porque los medios en sí han cambiado.
En estos treinta años la industria también se ha transformado…
Hay una gran transformación en la industria, los grandes sellos discográficos se han tenido que reinventar, buscan nuevos arreglos con los artistas. Para el músico es más difícil monetizar su trabajo, aunque, por otro lado, al menos en México, se han desarrollado mucho los espectáculos en vivo.
¿La crónica, como género, qué posibilidades plantea dentro del periodismo musical?
En la crónica, el reportaje, la entrevista o el artículo de opinión hay mucho por hacer. Nunca se habían publicado tantos libros sobre música en México como ahora. Publiqué un título sobre Café Tacvba con editorial Planeta, otro de entrevistas biográficas con Julieta Venegas, hay muchos temas. Cuando doy talleres motivo a que los estudiantes piensen en libros, ahí hay territorio que explorar. Un buen tema es posible que atraiga a las editoriales.
¿Crees que se ha profesionalizado más este periodismo?
No necesariamente, las redes sociales han dado la oportunidad para que todo mundo opine y una opinión no es periodismo. El trabajo que hay detrás de un texto es lo que marca su profesionalización.
La colección La media vuelta es un caso extraño en el medio editorial mexicano.
La colección nació del interés por publicar textos. Joselo Rangel fue parte de la mesa directiva de la Feria Internacional de la Música y en su momento propuso su libro Crócknicas marcianas, siguió mi libro Flashbacks y la Universidad de Guadalajara vio la posibilidad de hacer una serie, así fue como nació la colección La media vuelta. A través del auge de los mercados musicales como FIMPRO en México y otros ejemplos en Cuba, Chile, Brasil o Colombia, los periodistas musicales nos encontramos y creamos la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica, en la que se incluyen también músicos que escriben; a través de esta vía proponemos temas para desarrollar, así surgió Cumbia somos; o Canciones de lejos, donde hablamos de la relación entre musicales entre México y Chile; otro es Cantoras todas, que visibilizó a creadoras y periodistas latinoamericanas, en este caso involucramos a Julieta Venegas, Lila Downs y Mon Laferte.
¿A qué atribuyes el auge de literatura musical?
Las editoriales por fin se dieron cuenta de que existe un mercado para textos no solo periodísticos, sino también memorias. Javier Corcobado acaba de sacar su biografía novelada (La música prohibida), incluso los músicos se están diversificando. La música siempre ha estado ligada a un objeto ya sea vinyl, las playeras o los libros. En su vista más reciente a la FIM vimos que la mayoría de la gente que se acercó a Patti Smith llevó libros y no discos para que los firmara.
¿Cómo lees el éxito que ahora está teniendo el corrido tumbado?
La música se mueve por ciclos y siempre se buscan tendencias, algunas se agotan. En Qué pasa por la calle cuento que al gran crítico Robert Hilburn de Los Ángeles Times, le interesaba que yo cubriera todo lo latino, desde Ana Gabriel hasta el rock, eso me dio perspectiva. Hay gente que se casa con estilos y se piensa que el periodista musical cubre rock o jazz solamente, por mi oficio tengo que escuchar a Natanael Cano o Peso Pluma, es decir, gente que me dice poco, pero que como fenómeno social es atractiva. Mucho del auge del urbano latino obedece a que la industria siempre está buscando algo que suene novedoso o de moda.
¿Natanael o Peso Pluma son moda?
Todas las músicas pasan por modas y algunas perduran, el rock y el jazz tuvieron su esplendor, aunque ahora ya no sea así. El rock mexicano tuvo su auge y periodo de repercusión. Quizá de aquí a cinco años ya no esté de moda el urbano latino, pero habrá artistas que seguirán haciendo cosas.
¿Hoy cuesta más trabajo vivir del periodismo musical?
A veces la trayectoria empuja un poco y ayuda, cuando tienes un rato en esto puede ser que sea un fácil, pero los comienzos son complicados. Además, en México no es un oficio bien remunerado y más cuando eres free lance, toda mi vida he sido periodista independiente y he vendido colaboraciones, he escrito en casi todos los diarios para poder monetizar mi pasión.







