El metal mexicano se abrió paso ante la represión, ahora falta una cultura que lo impulse: Vicente Terán
'Cimientos del Metal Mexicano 1968-1995' es el primer libro en documentar la génesis y evolución de la escena extrema nacional.
- Redacción AN / BJC

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Por: Brandon J. Celaya Torres
Inscribiéndose en el canon de la literatura sobre la contracultura, Cimientos del Metal Mexicano 1968-1995 rescata la historia de las primera bandas mexicanas del género musical más pesado. Su investigación, escritura y difusión duraron más de cuatro años y medio y han sido a contracorriente, como un eco de aquella época en que la escena metalera tuvo que hacerse paso a sí misma.
Vicente Terán Flores escribió y editó el texto de manera independiente. Arquitecto de profesión, él ha sido testigo de la evolución de la escena del metal mexicana; desde la época en que el género era reprimido y estigmatizado, hasta el día de hoy en que bandas nacionales han logrado reconocimiento internacional, aunque, paradójicamente, no siempre reciben el mejor trato en su propio país.
“El metal mexicano siempre ha sido marginado e ignorado“, expresa Vicente Terán en entrevista para Aristegui Noticias y comparte que para evitar que cayera en el olvido la génesis del género en el país decidió escribir su historia basándose en fanzines, más de 60 entrevistas con agrupaciones de la época y su propia experiencia.
“Las revistas en aquel tiempo de sus 32, 40 o 50 páginas que tuvieran le dedicaban un espacio muy pequeño al metal mexicano, entonces los fanzines comenzaron a surgir como una respuesta a esas revistas y empezaron a apoyar a los grupos que ellos les gustaban o que pensaban que tenían cierto futuro”, explica Terán Flores. “Yo venía de ese mundo y entonces, cuando empecé a hacer el libro, me apoye mucho en los fanzines”.
“El libro dice que es de 1968 a 1995 porque esa es la etapa en que menos información hay. Algunos grupos se fueron perdiendo en el tiempo”.

Foto: Río de la Torre
Así, la publicación reúne a bandas como Antorcha, Down Fillet, Ciruela, Medusa, Mara, Mistus, Isis, Pegaso, Luzbel, entre otras muchas otras, al igual que las que Terán considera como las tres primeras en dejar una huella: El Ritual, Enigma y Quo Vadis.
Además, dedica un capítulo al Escuadrón Metálico, colectivo que promovió y difundió la música de diversas bandas, así como la participación de las mujeres en el género extremo. Justamente, el último apartado del libro está dedicado a las mujeres en el metal mexicano.
A contracorriente
Cimientos del Metal Mexicano no solo rescata el legado de las primeras bandas nacionales, sino también muestra su faceta humana y las dificultades que tuvieron que superar. Entre las principales: censura, estigma y represión.
“Empezamos en el 68, porque en el 68 todavía no era metal; era lo que en aquel tiempo se llamaba rock pesado, que era una combinación entre el metal, rock psicodelia, urbano y hasta un poco de jazz súper agresivo. Entonces los grupos eran una amalgama de esas corrientes y el sonido era pesado”.
Para Vicente Terán hubo tres acontecimientos que marcaron el rumbo del metal nacional: el movimiento del 68, el Jueves de Corpus o Halconazo y el festival de Avándaro.
“Los jóvenes estaban intentando cambiar el mundo. Esos tres hechos fueron la muestra de lo que se podía hacer”, considera el autor.

Foto: Archivo Cuartoscuro
“Avándaro fue un parteaguas musicalmente. Al sufrir represión musical, los conciertos empezaron a tener menos presencia y algunas bandas de rock cambiaron a tocar baladas. Pero otras decidieron seguir su camino. Se partió ahí. Los que decidieron seguir, lo hicieron en los hoyos funkies, donde se hacían conciertos de manera clandestina”.
La represión se dio en diversos sentidos, por ejemplo, redadas en conciertos o el arresto de jóvenes simplemente por su apariencia.
“Yo comencé a ir a los conciertos por ahí del 82, 83, y todavía me tocó la represión. A mí me llegaron a subir a lo que en aquel tiempo se llamaban las ‘Julias’. Te subían aunque no hubieras cometido ningún delito. Lo único que no les checaba era cómo te vestías: con pantalones entubados, cabello largo, pulseras, collares o cosas que te distinguían como metalero”.

Foto: Trilce
Por esta razón, los primeros grupos de metal comenzaron siendo contestatarios y rebeldes. Paso a paso, estas agrupaciones abrieron el paso para nuevas bandas y con esta apertura llegaron nuevas temáticas en las canciones.
“Entonces después ya no era música de protesta y era música que te hablaba de dioses, de leyendas, muerte, destrucción guerras, utopías, sueños y comenzó a diversificarse. Ya cada quien comenzó a tener su propio camino, pero el origen fue una música de protesta”.
Con el tiempo y conforme los jóvenes crecieron demostrando no ser unos simples “vagos”, los estigmas comenzaron a diluirse, provocando una aceptación mayor del metal, si bien aún sigue siendo un género de nicho.
“Ahora la policía ya no está afuera los conciertos para treparte, sino ya hasta te ayuda y da indicaciones“, bromea.

Foto: Río de la Torre
“Poco a poco hemos ido cambiando la visión de las personas, hemos ido cambiando su forma de pensar, pero nos ha costado. Ha costado mucho”.
A las bandas mexicanas las tratan mejor en otros países
A pesar del contexto hostil, la escena metalera mexicana continuó avanzando.
No obstante, Vicente Terán advierte que desde los albores hubo cierto malinchismo, tanto del público como de promotores, quienes prefirieron impulsar a bandas internacionales en territorio nacional por encima de agrupaciones mexicanas, aún si estas últimas tuvieran mejor calidad. Esto, de acuerdo con el autor, se mantiene hasta el día de hoy.
Es decir, las bandas mexicanas que establecieron los cimientos para crear una escena y mercado metalero en el país quedaron relegadas en importancia. Actualmente, dice Terán Flores, muchos grupos nacionales son percibidos como formas de rellenar festivales, en lugar de darles el espacio que merecen.
Muchas deben aguantar malos tratos, así como tocar gratis y sin garantías para poder tener espacio en festivales.

Foto: Archivo Cuartoscuro
Esto coincide con los testimonios que Aristegui Noticias ha recabado de bandas como Tulkas, Voltax y Jet Jaguar.
Jimmy Lozano, baterista de Jet Jaguar, platicó con este medio sobre la escena metalera contemporánea. De acuerdo con su experiencia, es fuera de México donde más se aprecia al metal nacional. Incluso, Jet Jaguar denunció en 2019, mediante un video, malos tratos y poca profesionalidad de Live Talent, cuyos integrantes ahora operan con otras empresas, por ejemplo, MusicVibe y Creación Administrativa LP.
El músico comparte que por el poco impulso que se le da a la escena nacional, entre otros factores, Jet Jaguar decidió que su target principal sería Europa: “En México, este año tocamos dos, tres veces y en Europa vamos a tocar 18, 20 veces. Es horrible porque es nuestro país. ¿Qué refleja que una banda mexicana no quiere tocar en su país?. Es frustrante, es triste”.

Foto: Archivo Cuartoscuro
En ese mismo sentido, Vicente Terán considera que se necesita un cambio cultural para que el metal mexicano sea apreciado tanto por la audiencia nacional como por las promotoras.
“En algunos lugares, por ejemplo, España o Argentina, apoyan mucho a los grupos nacionales. Hace algunos años, algunos grupos españoles tronaban, porque decían: ‘es que no pegamos, solo vendimos 5000 discos’. En México, si tú vendes 5000 es un hitazo, pero las visiones son diferentes. No hay en México una cultura de apoyar a los grupos mexicanos y es en general; por parte de los fans, periodistas, revistas y promotoras”,
“Grupos mexicanos hay muchos, muchos con mucha calidad, pero hace falta alguien que decida apostarle por eso”.
Habrá segundo volumen
Vicente Terán contó que el primer borrador de Cimientos del Metal Mexicano contaba con 16 capítulos y pesaba casi dos kilos, por lo que tuvo que reeditarlo a la versión actual de 364 páginas y 8 apartados.
El tiraje de esta primera edición es de mil tomos, que han llegado a venderse en países como Japón, Alemania, Reino Unido, España, Argentina y Ecuador.
Con la buena recepción que ha tenido su libro, Terán decidió comenzar a escribir el volumen dos que recuperará la información que quedó fuera del primero.

Foto: Río de la Torre
“Vamos a hablar de Sonora, Baja California Sur y Norte, Nuevo León, Tampico y diferentes estados de la República donde destacaron una o dos bandas, pero no hubo una escena en la que se pudieran respaldar. También hablaremos de los medios de comunicación, los lugares donde se tocó el metal en aquella época, organizadores de conciertos del momento y en el capítulo 8 hablamos de las corrientes extremas”.





