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“No creo que la traducción literaria encuentre competencia con la Inteligencia Artificial”: Selma Ancira

La escritora y traductora de autores como Tolstoi, Tsvetáyeva y Kazantzakis, habla de su nuevo libro ‘El tiempo de la mariposa’.

  • Redacción AN / HG
05 Jun, 2024 11:09
“No creo que la traducción literaria encuentre competencia con la Inteligencia Artificial”: Selma Ancira

Por Héctor González

“Durante la traducción sufro una especie de metamorfosis, el autor y su libro me habitan; mí vida se rige por eso”, reconoce Selma Ancira (Ciudad de México, 1956). Su método de trabajo no la deja mentir, en El tiempo de la mariposa (Gris Tormenta) cuenta la aventura -nunca mejor que dicho- que supuso la traducción de Zorba, el griego, de Nikos Kazantzakis.

Su crónica es más que una reflexión sobre su oficio, es un libro de viajes alrededor de Grecia, pero también alrededor del universo de un autor fundamental. “Desde hace cuarenta años trabajo de esta manera”, confiesa la también ganadora del Premio Nacional de Artes y Literatura en 2022. El tiempo de la mariposa es en este sentido, una obra sobre la pasión, el rigor y la entrega de una mujer que ha hecho del arte de la traducción una forma de vida.

En el libro te refieres a la traducción como una reescritura o recreación, ¿por qué?

La traducción es algo más amplio de lo que en general se entiende. Me gusta usar sinónimos que enaltezcan la labor, si tu le dices a un griego que estás reescribiendo una novela tan amada como Zorba, el griego, causas un efecto positivo.

Para algunos un traductor irremediablemente traiciona a la obra original.

Es famoso el dicho italiano “traduttore, traditore”, es inevitable que se queden cosas porque haces una reescritura. En algunos casos tienes que echar mano de lo que tu lengua te da, si te esclavizas la traducción será una calca, pero no una obra artística o literaria. Para mí no es una traición, sino un acto creativo y de recreación literaria por lo tanto hay momentos en los que te despegas de la obra original.

¿Cómo desarrollaste tu método de trabajo o cuándo tuviste conciencia de que era necesario viajar y conocer la casa o al barrio de los autores que traduces?

Me vino del cielo, el primero libro que publiqué se llama Cartas del verano de 1926, que reúne las cartas de Boris Pasternak con Marina Tsvetáyeva y Rilke, se editó en Siglo XXI cuando Arnaldo Orfila era director. A Marina Tsvetáyeva la descubrí en Rusia, mientras estudiaba, la condición que se me puso para traducir las cartas fue aceptar la ayuda del hijo de Pasternak, quien sin saberlo que me dio una clase magistral de traducción. Se sentó conmigo a hablar de todos los intríngulis que acompañaban las cartas de los poetas. Durante meses fui a su casa para ver fotografías, ver originales, pero también para ir a los sitios que frecuentaban. Después de esas sesiones me fue imposible dejar de trabajar así, también me ayudaron mucho los consejos de Sergio Pitol, quien en ese momento era agregado cultural de México en Moscú y quien me decía que traducir es leer.

Atrás de cada traducción hay una investigación de campo muy profunda…

Eso es lo ideal, traducir a Tolstoi me ha llevado a lugares inimaginables, he estado en su casa, he visto sus archivos, he ojeado los libros que subrayaba. He intentado acercarme lo más posible a él, pese a que murió en 1910. Con todos mis autores trato de acercarme lo más posible a su universo para poder entenderlos. Durante la traducción sufro una especie de metamorfosis, el autor y su libro me habitan; mí vida se rige por eso.

¿Tienes diarios, cómo fue revivir el proceso de traducir a Nikos Kazantzakis para El tiempo de la mariposa?

A veces hago bitácoras, tengo cuadernos donde guardo las palabras más rejegas e indómitas, pero El tiempo de la mariposa fue un ejercicio grato y difícil de memoria. Por suerte durante ese viaje me acompañó un camarógrafo que seguía mis pasos para un documental que estaban haciendo los rusos, de modo que pude pedirle el material, fue fantástico revivir esos años.

¿La experiencia Kazantzakis cambió tu forma de traducir?

No, desde hace cuarenta años trabajo así con mis autores, sin embargo, traducir Zorba, el griego me enriqueció mucho porque aprendí mucho del Zorba prototipo y el Zorba personaje.

Cuando hay una película emblemática como es el caso de Zorba, ¿te influyen los referentes visuales al traducir?

Creo que sí, sobre todo en el caso de esta película que fue un referente en la infancia y la juventud, mientras traducía buscaba objetos en la pantalla para tener una imagen. Lejos de distraerme la película me ayudó en el trabajo literario.

En el libro hablas de cómo se adaptan las palabras de hace cien o cincuenta años al lenguaje de actual, ¿cómo trabajas eso?

Mido las palabras que ya no están pero que formaron parte de la época en que se escribió el libro. Cuando estoy traduciendo una novela leo mucha literatura en español escrita durante la época en que se publicó, eso me permite regresar al español de entonces. No creo que debamos traer la literatura del siglo XVIII al lenguaje del siglo XXI porque eso plancharlo, quitarle su aliento o espíritu.

Pitol, Borges o Cortázar eran grandes narradores que a la vez traducían, ¿confías en las traducciones de escritores con una voz propia muy desarrollada o crees que pueden influir de su estilo la traducción?

Cada narrador tiene una forma distinta de abordar la traducción. Hay narradores que han hecho traducciones prodigiosas y de las que tenemos mucho que aprender, Tsvetáyeva hizo traducciones prodigiosas de Pushkin, por ejemplo.

Ahora hay editoriales que usan la Inteligencia Artificial para traducir, ¿qué piensas de estas herramientas?

¿Estás seguro de querer hablar de eso?… esto va a seguir adelante, viene con mucha fuerza, pero me da miedo que la Inteligencia Artificial prive a los textos de alma. El traductor literario recrea el alma de un texto original y no sé si una máquina es capaz de hacer eso. Yo ya he vivido la mayor parte de mi vida y hasta el final seguiré trabajando de la misma manera, en ese sentido no me preocupa.

¿Crees que esto puede obstaculizar el avance en el reconocimiento a los traductores literarios?

No creo que la traducción literaria hecha por un ser humano con una inteligencia, intuición y alma encuentre competencia con la Inteligencia Artificial.

¿Qué falta para que un traductor literario reciba el estatus que se merece?

Conciencia, a mucha gente le ha sorprendido leer en El tiempo de la mariposa la cantidad de trabajo que hay, si se adquiere el traductor adquirirá el estado que se merece.

¿Por qué hay editoriales grandes que se resisten a colocar el nombre del traductor en la portada?

No sé, no les quita nada. Creo que es una reticencia o rechazo a la innovación en su diseño de portadas, pero poco a poco son más las editoriales que mencionan a los traductores en las portadas.

 

 

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