“No me parece grave usar el ChatGPT, en todo caso hay que saber qué pedirle y hacerlo de manera crítica”: Diego Golombek |Video 
El investigador argentino publica ‘La ciencia de las (buenas) ideas’; libro donde defiende el ocio y el pensamiento disruptivo.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
“Soy un gran defensor los momentos donde aparentemente no ocurre nada”, confiesa Diego Golombek (Argentina, 1964). Doctor en Ciencias Biológicas y ex presidente de la Sociedad Argentina de Neurociencias, el investigador defiende la existencia de una ciencia de la creatividad.
Autor de títulos como La neurona de dios o El parrillero científico, Golombek publica ahora La ciencia de las (buenas) ideas (Siglo XXI), un libro donde no solo defiende al aburrimiento, también nos lleva a un recorrido por nuestro cerebro para descubrir el origen de lo que llama “momentos Eureka”.
¿Qué es la creatividad? ¿Qué son las ideas?
¿Y por qué son una ciencia? Son preguntas muy amplias y con muchas definiciones posibles, la mayoría relacionadas con pensar distinto y con ojos científicos. Dice mi colega Mariano Sigman, que una idea es como un filtro, como antiojeras que te permiten ver el mundo de determinada manera, aunque después puedas cambiar. El asunto es cómo llevar esa mirada particular a algo que incida en el mundo. La creatividad es en todo caso, buscar diferentes formas de hacer las cosas o de resolver problemas.
Este tipo de conceptos han sido abordados desde la psicología o el marketing, pero no desde la ciencia.
Nosotros somos un poco nuestro cerebro y su interacción con el mundo. Y las ideas se generan en nuestro cerebro, por lo tanto hay una ciencia de las ideas que dice qué nos sucede cuando tenemos un “momento Eureka”. Desde hace poco tiempo la ciencia se ha metido en la creatividad y las ideas, tal vez un poco de la mano con el auge de la psicología experimental y de la neurociencia.
¿Qué tanto nos falta conocer de nuestro cerebro?
Lamentablemente nos falta conocer casi todo. Hay una rama de la filosofía de la mente que sostiene que nunca lo vamos a entender, es tan complejo el cerebro humano que no nos alcanzan las leyes de la naturaleza, de la física o de la química. Los neurocientíficos no estamos de acuerdo con esto; de hecho, los ladrillos del pensamiento, la conciencia o la percepción, los entendemos perfectamente. Tal vez nos falta un salto para comprender la conciencia humana, nos falta la cuestión cualitativa de la actividad cerebral que da origen a lo mental. Lo que sí sabemos es que no nos faltan hipótesis alternativas, lo mental se basa en lo cerebral solo necesitamos comprenderlo.
¿Cada vez se tocan más la filosofía y la ciencia?
No cabe duda, la neurociencia es un gran ejemplo de interdisciplinariedad, no existe un neurocientífico puro, todos venimos de la biología, la psicología, la física o la filosofía.
En el libro ponderas el aburrimiento, ¿por qué?
Las buenas ideas tienen cuatro elementos: trabajo, trabajo, trabajo y disrupción. Uno sin el otro difícilmente da origen a una buena idea. No existe nada parecido a la inspiración o a las musas que soplan al oído, pero el trabajo solo tampoco genera algo disruptivo, por eso hay que darse permiso de aburrirse, ir a tomar algo, salir a pasear, ir en contra del reloj biológico, darse un baño de bosque o dormir, estas disrupciones nos pueden ayudar a hacer conexiones cerebrales que dan pie a una nueva idea que a su vez conecta mundos aparentemente dispersos, gracias a esto tenemos inventos fabulosos como la mochicapucha o la maleta con rueditas.
Aunque no está bien visto aburrirse…
El ocio tiene muy mala prensa, tal vez la nuestra es de las últimas generaciones que se podía dar un espacio para no hacer nada. Los niños y niñas actuales lo hacen, pero hay tantos estímulos afuera que compiten de una manera desigual con la posibilidad del aburrimiento. Soy un gran defensor los momentos donde aparentemente no ocurre nada, eso es ficticio, el cerebro siempre está actuando y de hecho en ese vagabundeo mental tal vez se estén cocinando cosas.
¿El cerebro rige todo o sí hay un momento de voluntad para elegir?
Hay varias versiones al respecto, la mayoría de las evidencias apuntan a que no existe el libre albedrío, a que es una ilusión persistente mediante la cual nos convencemos de que algo llamado “yo” decide algo. Sin embargo, hay bastantes evidencias de que cualquier decisión se cocina segundos antes de que seamos conscientes de ejecutar una acción, un ejemplo son las intuiciones. Pensar que no tenemos libre albedrío produce torticolis y nos parece algo malo, de modo que si a la ilusión por medio de la cual nos convencemos de que decidimos la queremos llamar libre albedrío no hay ningún problema.
¿Qué papel juega en todo esto la imaginación?
La imaginación es fundamental, la imaginación al poder cerebral en este caso. La etimología del concepto nos remite a una imagen y los humanos somos bichos eminentemente visuales, lo cierto es que toda acción que promueva el uso de carriles diferentes incentiva la imaginación. La escuela tiene una labor fundamental en este sentido, aunque no siempre se cumple, acaso el nivel más científico o creativo es el kínder. Cuando una maestra se tira al piso para entender el mundo está haciendo ciencia creativa, hecho que no ocurre tanto en la primaria o en la secundaria. Tenemos una ventana que explorar a través de una educación distinta.
¿De manera paradójica la inteligencia artificial fomenta la pereza mental?
Ese es el tema que se nos viene encima, solamente estamos viendo la punta del iceberg. La inteligencia artificial nos acompaña desde hace muchos años, pero los modelos de grandes lenguajes que han irrumpido en nuestra vida cotidiana como el ChatGPT, son recientes. Hay gente que está muy espantada, pero más allá de la una gran crisis también tenemos una gran oportunidad. Podemos usar el más extraordinario complemento inventado por la humanidad para llevar la creatividad a límites más lejanos, el punto es saber utilizarlo. En educación hay temor sobre si los estudiantes hacen un ensayo con ChatGPT, eso no me parece grave en todo caso el punto saber qué pedir y hacerlo críticamente; que los estudiantes lo digan si están de acuerdo o no, que lo comparen. Podemos usar esta herramienta para descansar cuestiones rutinarias y llevarlo hacia lugares creativos. Desde luego requiere una regulación porque es algo repentino y que pone en juego muchos trabajos, sin embargo, hay que darle la vuelta.
¿Usas al ChatGPT?
Lo uso poco, llegué un poco tarde a la tecnología, pero me parece fascinante. Hace unos años la profesión del futuro era la computación, aprender a programar. Hoy en cambio, lo que hay que saber es cómo dar instrucciones precisas a uno de estos modelos para que programe por nosotros, esto supone un cambio de paradigma enorme. A veces le pido que me revise un texto o que me ayude con un párrafo árido, pero no más que eso, por ahora sigue siendo un divertimento. No olvidemos que esto irrumpió hace apenas un año.





