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‘La monogamia como la democracia, el menos malo de los sistemas’: Pedro Mairal |Video

Para el autor de ‘Breves amores eternos’, “no se puede mostrar la condición humana sin tocar el absurdo”.

  • Redacción AN / HG
06 Sep, 2020 05:45
‘La monogamia como la democracia, el menos malo de los sistemas’: Pedro Mairal |Video
(Planeta).

Por Héctor González

“Me gustaría ver que a James Bond le falle la tarjeta de crédito”, dice el argentino Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970). Autor de mirada afilada pone su mirilla en las debilidades y en la intimidad del ser humano.

“No me interesa el héroe sin fisuras”, sostiene el autor de Breves amores eternos (Emecé), una colección de relatos donde se asoma a un conjunto de personajes que se dejan llevar por el instinto sin decir agua va.

La gente se pone muy estúpida por el deseo y eso es muy narrativo”, advierte el narrador sudamericano a propósito de un libro que nos sumerge en la complejidad y el absurdo de las relaciones humanas.

Aquí la entrevista completa:

En días como estos tus cuentos se leen con más nostalgia que picardía, ¿no?

Tienes razón. Hay una sensación de similar a la de un paradigma anterior. Nunca nos imaginamos un cambio tan radical de salud y que las historias de intercambio de fluidos tendrían otras significaciones. La idea de un presente invisible y la incertidumbre sobre qué elementos dejarán de ser viables en un par de años me parece muy interesante. César Aira ha hablado y escrito sobre nuestra incapacidad para ver el presente.

Al menos por ahora, el coqueteo y flirteo se trasladó a los celulares y al mundo virtual, ¿no?

Sí y con el agravante de que todos nuestros movimientos virtuales dejan una huella. Los pedidos, las búsquedas en Google, todo deja un rastro. Al menos por ahora la infidelidad se ha reconfigurado. Si antes era el perfume, el lápiz labial o el cabello, hoy día son otros los riesgos. Supongo que tendré que escribir una segunda parte de Breves amores eternos.

¿Por qué te interesa indagar en las relaciones personales y de pareja?

Uno no sabe bien quién es hasta que se relaciona con los demás. Parte de la construcción de nuestra identidad se hace en función del “otro”. En el cuento “Cero culpa” hablo de una mujer que se empodera a partir de que se enamora y se siente deseada por el fotógrafo de la revista donde trabaja. Me interesa ver la transformación del ser humano durante el enamoramiento. Es fascinante lo que provoca el deseo.

Aunque tus personajes tienen claro que no renunciarán a lo que tienen.

Totalmente. Ahí aparece un costado medio hipócrita y de presión social por continuar con un modelo que quizá ya no es el nuestro. Un modelo de monogamia o apariencia familiar que muchas veces resulta insostenible. Mis personajes se aferran a ello a pesar de que supone un infierno interno y una soledad que no solo es física, sino también emocional. La gente que no se anima a separarse me parece que vive algo terrible. Me interesa mucho mostrar ese rostro de las parejas.

Y en tiempos de confinamiento peor…

Supongo que la cuarentena habrá acelerado la separación de parejas que ya no se soportaban. Antes la situación se piloteaba por el trabajo, pero eso de estar 24 horas al día juntos puede ser infernal. Tal vez cuando pase la cuarentena se desatarán los divorcios. Quién sabe… tal vez se de paso a la generación de los cuarentennials.

¿Crees en la monogamia?

Creo en la necesidad de sentirse querido y en la idea de cierta exclusividad. Nunca tuve una pareja abierta, de modo que no se bien cómo sería una relación de este tipo. Mi impresión es que podría ser bastante doloroso. La idea de vivir sin mentiras puede ser interesante, aunque la verdad expuesta tal cual puede ser bastante dolorosa. La monogamia me parece el menos malo de los sistemas, un poco como dicen de la democracia.

Al escribir sobre sexo lo haces sin eufemismos, pero sin caer en el realismo sucio.

Mi intención es mostrar la sexualidad sin la patina erótica publicitaria, prefiero narrarla con toda su torpeza. El encuentro entre dos personas donde se contrapone lo real con lo imaginado: los tironeos de la ropa, la vergüenza. Es interesante la construcción del deseo en la mecánica de los personajes. Cuando nos quitamos la ropa desaparece la armadura y nos mostramos vulnerables.

Y lo haces con humor y cierto tono absurdo.

No se puede mostrar la condición humana sin mostrar el absurdo y le debilidad de la gente. Somos absurdos. En la debilidad se encuentra mucha de nuestra verdad, por eso me gusta el cine italiano de los años setenta. No me interesa el superhéroe norteamericano sin grietas y que siempre triunfa. Prefiero el héroe caído.

James Bond no te interesará para nada.

James Bond es una caricatura. Me gustaría ver que le falle la tarjeta de crédito o que padezca una disfunción eréctil, eso estaría bueno. Como decía Terencio: “Nada de lo humano me es ajeno”, por eso no cierro la puerta al momento de intimidad. La gente se pone muy estúpida por el deseo y eso es muy narrativo.

¿Cuántos como estos: íntimos y absurdos a la vez, crees que puedan tener algo de terapéutico o catártico en momentos de encierro?

A mi me hace bien tomar algunas cosas de mi vida y exagerarlas. Me gusta trabajar con lo que llamo la periferia de la experiencia, lo que esperaba me sucediera y no pasó. Trabajo mucho con el deseo, el miedo y los sueños. Me sirven como una suerte de exorcismo y me quitan de encima destinos peligrosos. Al mismo tiempo me gusta pensar que el lector puede encontrar en mis cuentos algo de catarsis. Si por medio de mi literatura consigo que el lector se sienta menos solo entonces ya me puedo morir tranquilo.

Al margen de la literatura tienes una faceta musical con el grupo Pensé que era viernes.

Empecé escribiendo canciones con la guitarra a los 17 años. Como no tenía información musical creció la parte lírica. Las canciones se hicieron poemas y algunos se convirtieron en cuentos o novelas. Hace cinco años retomé la música a partir de la idea de juego. Volvió a entrar la melodía y tengo el dúo Pensé que era viernes con Rafael Otegui y estamos por sacar las primeras canciones. Al final la palabra es sonido. A veces como poeta me siento más cerca de los músicos que de los novelistas. El otro día hablé con David Aguilar, un músico mexicano que me encanta. Tiene una canción sensacional “Causa perdida” y creo que tengo más cosas para platicar con él que con un novelista enfrascado en su búnker.

¿Qué has escuchado interesante durante la cuarentena?

Tengo un programa de radio llamado Tacháme el Nobel y eso me obliga a estar todo el tiempo escuchando músicos y viendo cine. Últimamente descubrí a David Aguilar. He entrevistado a la historietista ecuatoriana Power Paola, es fascinante; y a Jorge González, un dibujante argentino. Vi Ficción privada, una película fascinante de Andrés Di Tella. El programa me actualiza y me ayuda a no quedarme en mi Cortázar o en mi Borges.

 

 

 

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