“Tengo un temperamento punk, pero en realidad soy muy modosito”: Xavier Velasco
A partir de un hecho real, el escritor cuenta la historia de un naufragio en ‘Hombre al agua’, su nueva novela.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
A mediados de julio de 2023, un navegante australiano llamado Tim Lindsay Shaddock, de 54 años, y su perra fueron rescatados por un barco atunero mexicano tras más de dos meses extraviados en el Pacífico. Durante ese periodo sobrevivieron a base de pescado crudo y agua de lluvia. Tanto el hombre como la perra fueron trasladados a Manzanillo y en poco tiempo su historia dio la vuelta el mundo como ejemplo de supervivencia.
Por invitación del editor y periodista José Luis Martínez S., Xavier Velasco (Ciudad de México, 1964), tomó el reto de investigar y contar aquella historia, que ahora con alguna que otra licencia literaria, circula bajo el nombre de Hombre al agua (Madre Editorial).
Tenías varios años sin publicar. ¿Qué te hace sentir el lanzamiento de Hombre al agua?
Es una situación muy curiosa. Cuando me propusieron escribir este libro, ya estaba muy avanzado con otra novela. Hombre al agua retrasó las cosas, de modo que la novela que estaba trabajando se publicará por fin en octubre. Me gusta que pasen estas cosas, es como la vida, algo se mete en medio de tus planes y ni hablar, hay que aceptarlo.
¿Te preocupaba que fuera un libro por encargo?, ¿te pusieron condiciones?
Por supuesto que me preocupaba, nunca había hecho un libro por encargo. Me pidieron que lo entregara en tres meses, dije que sí, aunque sabía que eso era es imposible. Al principio fue difícil, pero conforme más me involucré en el proyecto y conocí al protagonista, más se convirtió en una historia mía. Cuando escribes algo siempre tienes la duda de si servirá para algo y esa sensación se acentúa cuando es por encargo. Sin embargo, e insisto, lo realmente atractivo de este proyecto era cómo podía adoptarlo.
Al final, estos tres meses, ¿en cuánto tiempo se convirtieron?
En poco más de un año. En medio pasaron cosas.
Una de ellas fue tu distanciamiento con el protagonista…
Sí. Al principio se suponía que iba a contar esta historia desde el periodismo, sin embargo, ya íbamos tarde para eso. La historia del náufrago ya había dado la vuelta al planeta. Por otra parte, todavía era temprano para la literatura, no obstante, era lo único que yo podía hacer. Después de convivir unos días con el protagonista, le pedí que nos habláramos diario. Durante cinco meses conversamos dos horas al día por Zoom. Poco a poco le fui robando el alma. Yo sabía el resultado no necesariamente sería el que él esperaba. Él tiene una idea heroica de sí mismo que de algún modo palidece frente a la persona real. Cuando vio lo que escribí, lo tradujo con Google, me dijo que no era eso lo que quería mostrar. Por supuesto, le dije que lo que estaba escrito es lo que me había contado, pero argumentó que no me lo dijo para que lo escribiera. Un narrador siempre va a usar lo que necesite para salvar el relato que cuenta y eso incluye los puntos de conflicto. Al final se negó a estar en la historia, pero se tenía que aguantar porque ya le habían pagado por los derechos. Por mi parte, cambié el nombre y algunos detalles que, según él lo incriminaban. En realidad, lo que yo estaba haciendo era exponerlo tal cual era, el problema es que no estaba preparado para verse frente a un espejo. A partir de ese momento el libro se convirtió en todo mío y use la ficción para darle coherencia. La realidad per se no es verosímil, es caótica, pero la ficción se encarga de ordenarla y ese fue mi trabajo.
¿Qué no encajaba y pudiste articular a partir de la ficción?
Sus razones para hacer muchas cosas. En el libro no cuento nada más los días del naufragio, sino toda su vida. Muchas veces uno no es consciente de todas las cosas que hace porque vive en esta simultaneidad que es el aquí y el ahora. Por ejemplo, él tenía por ahí un romance no asumido, que tampoco quería ventilar. Descubrí que era un personaje que comenzó a naufragar desde muy joven porque se sentía un bicho raro, alguien que no encaja en la sociedad.
Si nos ceñimos a la noticia del naufragio, el libro podría ser motivacional. ¿Cómo te cuidaste de no caer en ese tono?
Cierto, pero yo lo vi más como una trayectoria de autoperjuicio. Me parece un personaje que se dedica a complicarse la vida y sí, la supervivencia es una meta, un triunfo, pero al mismo tiempo y en un sentido más amplio, el libro cuenta la historia de un enorme fracaso.
Tal vez una película se habría limitado a una historia de supervivencia.
Sí, y eso es lo que el personaje no siempre acepta. Después de haber dado cualquier cantidad de entrevistas a medios de todo el mundo, sentía un peso heroico sobre su persona. Mi trabajo consistió en bajarlo de ese pedestal y volverlo persona otra vez, cosa que no le hizo mucha gracia. Para mí es un hombre desesperado y excluido del mundo, que no sabe qué hacer para sobrevivir.
¿Hasta dónde un escritor debe comprometerse con la historia, hay un límite ético de hasta dónde tocar la vida de una persona?
Mi compromiso es con la historia que cuento y el juego que propongo a los lectores. Desde luego hay límites morales y sabes que hay cosas que no vale la pena contar porque tampoco ayudan en nada al relato, pero como autor estoy dispuesto a poner todo lo que sea necesario para que la historia funcione. Precisamente por ir más allá de los límites que esperaba mi personaje, acabamos rompiendo. Mi moral tiene que ver con hacer que la historia sobreviva, en ese sentido hay una afinidad con el náufrago, ambos buscamos la sobrevivencia.
Es conocida tu afinidad con los perros, en la novela la perrita Sally tiene un papel central, ¿proyectaste en ella algo de tu relación con estos animales?
La guapa Sally cumple un papel muy preciso en la historia. El mismo náufrago me dijo, “sin la perra no habría sobrevivido”. La necesidad de hacerla sobrevivir lo mantuvo vivo, pertenecía a su pasajera. No somos conscientes de hasta dónde, son los perros los que nos rescatan y nos adoptan y no nosotros a ellos. Siempre que trabajo tengo un perro a mi lado, lo llamo Coautor. Tengo cuatro, pero hay uno en especial que siempre me acompaña cuando escribo. No puedo ver los días si no participan ellos, son una parte central de mi vida y el hecho de que ellos estuvieran aquí mientras escribía la historia sobre esa perrita en altamar, también me aportó conexión y una facilidad narrativa.
De alguna manera este es tu primer libro de aventuras…
Siempre había querido escribir una novela de aventuras, pero muchas veces lo que falta es iniciativa, porque antepones otras cosas, otras ideas, por eso cuando me propusieron esta historia no dudé en aceptar.
La novela tiene dos epígrafes, uno de los Sex Pistols y otro de Arturo Pérez-Reverte, autores más distintos no se me ocurren.
Mi personaje piensa como aquella canción de los Sex Pistols que dice: no sé lo que quiero, pero se cómo obtenerlo, es medio punk esa forma de pensar. Por otro lado, la persona que más me empujó a hacer este libro fue Arturo Pérez Reverte. Yo nunca he sido navegante, pero él sí, de modo que hablamos mucho Pérez Reverte es el caso típico del novelista aventurero, de aquel hombre que vivió toda suerte de situaciones hasta que eventualmente se sentó a escribirlas.
¿Qué tan punk te consideras todavía?
Tengo un temperamento punk, pero en realidad soy muy modosito. Seguramente los punks se burlarían de mí porque soy un maniático de la escritura y de la forma.
¿Y qué tan aventurero eres?
He dejado de serlo, creo que hay un tiempo para todo. Fui motociclista, hice paracaidismo deportivo; me he metido en cuantos problemas he podido, pero yo creo que, a partir de cierto momento, cuando ya arriesgaste la vida lo suficiente, te toca sentarte a escribir. Aún así nunca fui de jugarme la vida, en realidad no me considero un aventurero en todo el sentido de la palabra, creo que es para gente más apta y menos torpe que yo.
¿Dentro de tu bibliografía qué lugar ocupa Hombre al Agua?
Yo creo que ocupa una isla, precisamente porque nunca he hecho nada similar. Ahora, te voy a decir algo, el libro que publicaré en octubre es una novela negra que tampoco tiene antecedentes en mi trabajo. De pronto me gusta jugármela con cosas distintas, la travesura ya es una razón para emprender el proyecto.
¿Cómo se va a llamar esa novela?
Se llamará Mala espina y la publicaré con Alfaguara, es todo lo que puedo decir.






