“A veces no acabo de entender de dónde saco fuerza para salir adelante”: Verónica Ortiz Lawrenz 
La escritora y periodista publica ‘No hay plegarias para los descabezados’, un poemario construido desde la supervivencia, que será presentado el jueves 14 de agosto, a las 19:00 horas, en la librería Rosario Castellanos del FCE.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
Apenas el dos por ciento de las personas que se desnucan sobreviven, una de ellas es Verónica Ortiz Lawrenz (Ciudad de México, 1950). Hace cuatro años cayó de un escalón y su cabeza quedó colgando tras estrellarse con una pared de cemento. Contra todo pronóstico, la periodista sobrevivió y ha conseguido salir adelante.
La ruta de su recuperación es parte de lo que podemos leer en No hay plegarias para los descabezados (Fondo de Cultura Económica), un poemario escrito desde la supervivencia y el amor por la vida, pero también trazado desde la introspección de quien sabe que tras el accidente no se puede volver a ser la misma persona.
Te conocía como periodista y novelista, pero no tu faceta poética.
Hace años publiqué un libro de poesía, Abecedario de culpas, con editorial Praxis. En total tengo siete libros, varias novelas entre ellos. El tema es que la novela exige mucho tiempo, entre ocho y diez horas diarias. Sin embargo, a partir del accidente que me puso en una situación muy particular de inmovilidad durante mucho tiempo, he vuelto a la poesía porque es breve y porque además es mi manera de tener un contacto más profundo conmigo misma y de entender lo que me está pasando.
No hay plegarias para los descabezados es en cierta forma una crónica en verso de lo que te pasó.
Así es. Hace cuatro años sufrí un desnucamiento al caerme de un escaloncito. Me tropecé y me fui volando por los aires hasta que me incrusté con una pared de cemento. Mi primera cervical se fracturó en seis pedazos y mi cabeza quedó volando, o sea, no me morí de milagro. El 98% de las personas que sufren un desnucamiento como el mío, fallecen en el instante y yo sobreviví. Necesitaba escribir sobre esto. Tenía un dolor aterrador y me hicieron una operación de emergencia. Me pusieron una fijación occipitocervical que consistió en atornillar la segunda, tercera y cuarta cervicales, una especie de árbol de la vida de metal, eso me detuvo la cabeza por tres años y pico.
¿Cómo hacer una reflexión desde la poesía sobre un accidente de este calibre?
Intentándolo. Necesitaba leer y escribir porque estaba encerrada todo el tiempo. Los dolores eran muy fuertes. Empecé por dictarle a mi enfermera, después me puse a escribir un poco. Ahora puedo mover un poco más la cabeza, pero al principio mi movilidad era prácticamente nula. Todo me dolía. Estaba encerrada en mi misma. Al no poder salir me di cuenta de que tenía que buscar una manera de estar en contacto con la vida. No es fácil asumirse como una sobreviviente y necesitaba entender qué significa esto. Comencé a escribir párrafos pequeños y luego más grandes, poco a poco salieron frases poéticas y así se fue conformando el libro. En el camino recibí mucha ayuda, hubo gente que me echó porras porque yo no creía que estuviera haciendo poesía y menos un libro. Arturo Córdova Just, un gran poeta me impulsó muchísimo. Conversamos horas por teléfono. El caso es que así se escribe poesía, tratando de superar los dolores y la incomodidad. Hice conciencia de que mucha de nuestra vida pasa por el movimiento de cabeza. Para comer, besar, abrazar, ponerse los zapatos, vestirse, necesitas mover la cabeza.
En un poema escribes: “soy un reloj de arena invertida”, tuviste que reubicarte y reconfigurarte a través de la palabra y el lenguaje.
Sí, el lenguaje es nuestra manera de comunicarnos. Soy una mujer de la comunicación desde hace cuarenta años, he hecho televisión, novelas, radio. No sé si lo he hecho bien o mal, pero siempre he intentado comunicar algo y por supuesto necesito interlocutores, por eso empecé a relatar lo que me estaba pasando en mi muro de Facebook. Ahí está toda la historia, a veces por día, por semana, de todo lo que he vivido en estos casi cuatro años. Pero la poesía es otra cosa. Me ayudó a conectarme profundamente con quien soy ahora. En general la gente se muere de un golpe así, pero yo tengo la oportunidad de contarlo.
Además de una sobreviviente, ¿quién eres ahora, Verónica?
Creo que estoy recuperando esa parte curiosa, a veces inflexible y terriblemente fuerte. Ni yo creo lo que he logrado. Ya tuve una segunda operación. Los fierros no se quitan, sin embargo, mi neurocirujano que es muy joven y creo uno de los mejores de México, me planteó quitármelos. Y yo como siempre he sido atrevida, acepté. Ahora estoy con fisioterapia para lograr moverme más, recuperar la calle, escribir y leer más, sostener un libro con las manos todavía me duele. Soy una mujer con dolor, con un problema psicomotor y trato de vivir lo mejor que puedo, al mismo tiempo soy una mujer que ama la vida.
La cuarta sección del libro es muy corporal incluso hablas del deseo.
Sí, eso tiene mucho que ver conmigo. Me pasé cuarenta años hablando de sexualidad en la televisión y en la radio mexicana. Fui la primera en hacerlo, es un tema que me importa mucho independientemente de mi propia sexualidad. Una persona que tiene una buena sexualidad, que tiene orgasmos, que está satisfecha consigo misma y con su pareja o parejas, es más feliz. Vive mejor, es mejor ser humano, no está frustrado, la sexualidad es una parte importante de la vida. Lástima que cada vez estemos más lejos de ello. Siempre estamos corriendo y preocupados. Somos muy infelices. A partir de lo que me pasó me cuestiono mucho sobre por qué me pasó todo esto, por qué somos tan infelices si tenemos todo.
¿Cómo te sentiste al terminar de escribir el libro?
Me sentí muy satisfecha y contenta conmigo misma. Busqué varias editoriales y lecturas, finalmente quienes lo leyeron me dijeron que sí lo publicaban y aquí está. Me siento muy contenta de poder compartir este momento de mi vida tan doloroso, pero también de gran amor a la vida, fuerza y resiliencia. De verdad que a veces insisto, no acabo de entender de dónde saco toda esta fuerza para salir adelante.
¿Hoy cómo te encuentras física y emocionalmente?, ¿cómo es tu vida hoy?
Mi vida es ciertamente limitada, salgo poco, pero cada vez un poquito más. Mi vida es mi casa, los colores de mi casa, mis libros, mis escritos, mis amistades. Trato de conocer y entender más a Verónica. Intento ser una mejor persona, cosa que a veces no es fácil. Cuando hay dolor puedes ser muy fea persona, el dolor te traiciona, te frustra, te quita la memoria; es un compañero muy difícil para convivir y trato de sobrellevarlo lo mejor que puedo, pero es difícil, es un reto constante.
¿La escritura, la poesía, qué aportan en este proceso?
Me salvan y me sanan. Creo sucede lo mismo con todo aquel que lee y escribe, eso es la poesía. Si no escribiera, no sé qué haría, sobre todo en estos momentos.
¿Escribes más poesía que narrativa ahora?
Ahora sí, pero también estoy escribiendo narrativa por medio de mis textos de Facebook, otra vez en mi afán de comunicar. Tal vez en algún momento los reúna, ya me han propuesto publicar un libro con eso, eso será después. Ahora prefiero concentrarme en No hay plegarias para para los descabezados.