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“No reniego de lo que he hecho, he aprendido de todo”: Gabriel Macotela

El artista protagoniza la exposición ‘Nuestro Macotela: Setenta años’, en la Casa Universitaria del Libro.

  • Redacción AN / HG
11 Aug, 2024 05:01
“No reniego de lo que he hecho, he aprendido de todo”: Gabriel Macotela

Por Héctor González

Es 7 de agosto, casi mediodía y Gabriel Macotela está pintando. El artista cumple años, 70 para ser exactos y lo celebra en compañía de sus perros y del fotógrafo Rogelio Cuéllar, su amigo desde hace 44 años.

Más tarde saldrá a comer y poco después inaugurará la muestra Nuestro Macotela: Setenta años, en la Casa Universitaria del Libro, ubicada en la colonia Roma, su barrio de toda la vida. “Siempre he sido romano, antes era un barrio diferente, muy popular, todo ha cambiado. Viví en Frontera, luego en Mérida y Puebla, Zacatecas, Querétaro. El temblor de 1985 fue tremendo, estuve colaborando como muchos vecinos, en rescatar gente”, recuerda.

La exposición reúne correspondencia con amigos y colegas, de paso deja ver parte del proceso creativo de un artista al que las definiciones le quedan cortas. A lo largo de su vida ha sido pintor, escultor, músico -su grupo tenía un nombre épico: Los enemigos de los Beatles-, y activista. Con el piano de Eric Satie como fondo y un vaso de vino en la mano, para celebrar, Macotela hace un repaso por su trayectoria.

¿La música siempre lo ha acompañado?

Quise ser músico, para mí es tan importante como la pintura. Comparten el mismo lenguaje y valores como el tono, el valor y la atmósfera. Escucho todo tipo de música, clásica, contemporánea, rock, jazz, blues, mexicana, africana, salsa, barroca. Mi pasión sigue siendo comprar discos.

¿La música lo mete en ambiente?

Sí, claro, espiritual y poéticamente. Antes tocaba trompeta, ahora un poco guitarra y batería. Hace diez años hice un mural para el Foro Roberto Cantoral, dedicado a los músicos.

 

¿Cómo toma los homenajes por sus 70 años?

Es impresionante como pasa el tiempo, de repente te das cuenta de que tienes 70 años y es increíble cómo cambia uno. Me preocupa mucho la cuestión política y social. He sido activista y en México vivimos una realidad difícil en términos de impunidad, delincuencia y feminicidios. Con amigos pintores, fotógrafos y alumnos hemos organizado cosas, no me gusta ser pasivo, soy crítico de este gobierno.

Siempre ha sido de izquierda…

Sí, de una izquierda en la que sigo creyendo de alguna manera. Hay cosas que me parecen rescatables, aunque se ha perdido el sentido profundo de ese tema.

¿Diría que este es un gobierno de izquierda?

De alguna manera, pero también me ha decepcionado mucho. El radicalismo y el fanatismo político han sido terribles. Muchos países de América Latina son un desastre como Nicaragua o Venezuela. El sentimiento de lo que debería ser lo político se ha desvirtuado no solo en México, en todos lados. Me da mucho coraje lo que sucede.

¿No será que con el tiempo uno se vuelve más descreído?, usted formó parte del grupo SUMA que era muy radical.

El radicalismo puede ser malo. Uno como artista, pintor, poeta o la sociedad misma, queremos un mundo que todavía no construimos, nos falta mucho por hacer para tener una justicia real, una real politik en la que todos sean cultos, educados o sensibles, pero la verdad es que en todos lados vemos el abuso de quienes llegan al poder.

¿Pero el radicalismo le viene bien al arte?

En cierto sentido sí. Los dadás, los surrealistas y los abstractos fueron movimientos que nacieron de rupturas estéticas y sociales, rompieron con pensamientos tradicionales y eso es muy bello. Creo que esa actitud parte de algo que rebasa a los artistas y que se acerca a la búsqueda de la paz, el disfrute, la belleza o la justicia.

Usted es de la generación posterior a la Ruptura, ¿qué tan difícil fue encontrar su lugar dentro de la tradición de la pintura mexicana?

La Ruptura fue alucinante, un movimiento de artistas increíbles. Imagínate hablar de Toledo, Aceves Navarro, Gunter Gerzso, Cuevas, Rogelio Cuéllar es parte de eso desde la fotografía, además, estaban poetas como David Huerta o Alberto Blanco, pero todos tratando de decir cosas importantes y serias.

Suele suceder que los pintores inician figurativos y con el tiempo se vuelven abstractos, usted desde el principio se decantó por la abstracción, ¿por qué?

Así es, gracias a mi maestro don Gilberto Aceves Navarro, en San Carlos y luego en La Esmeralda, fui encontrando mi propio lenguaje. Todavía no me explico cómo empecé a ser abstracto, aunque tampoco dejé del todo lo figurativo, siempre me ha encantado la idea del humano metido en las estructuras, en la realidad y el caos de las grandes ciudades como es la Ciudad de México.

Ahora parece difícil que surjan grupos como la Ruptura o el SUMA, ¿no?

Sí y no, en muchos países se han formado grupos. La mayoría de los abstractos viajaron de Europa a Nueva York, en América Latina pasó lo mismo. La transvanguardia surgió en Italia y se extendió en Europa, en las artes plásticas se mezclan muchos movimientos, el arte conceptual contemporáneo es una mezcla de materiales y discursos diferentes.

¿Cuántas veces se ha dicho que la pintura ha muerto?

Siempre se va ha decir eso, pero jamás desaparecerá la belleza de la pintura, es absurdo pensar eso.

¿Qué relación tiene con sus primeras obras?

De cariño y pasión, es un lenguaje al que perteneces y no me gusta estar peleado con esas cosas. No reniego de nada de lo hecho, al contrario, he aprendido de todo y de todos los movimientos. Cuando estudias y trabajas con la estética aprendes de cualquier cantidad de corrientes como el movimiento Cobra, los impresionistas, Rembrandt, Tiziano, Caravaggio, todo eso te hace pensar y crear. Una de las cosas maravillosas del arte es la mezcla, por eso lo mejor es disfrutarlo.

Usted ha dicho que Gilberto Aceves Navarro ha sido su gran maestro…

Sin duda, sin sus ejercicios en la Academia de San Carlos no hubiera encontrado mi lenguaje. Al mismo tiempo, Vicente Rojo me incitaba a conocer a Gerzso, Felguérez, a Joaquín Torres Garçía, el gran abstracto uruguayo, a Paul Klee en Estados Unidos. Sucede lo mismo con la música, se aprende de Satie, Arturo Márquez, de todos.

¿Dónde se consiguen las grabaciones de su grupo Los enemigos de los Beatles?

Siempre quisimos ser anónimos y undergrounds por eso nos reusamos a los discos. Tocábamos una especie de free jazz y poética caótica, estudié un poco de música en el Conservatorio, teníamos influencia de Frank Zappa y John Cage. Casi siempre nos reuníamos en mi casa a palomear, nos negamos a tocar en lugares públicos.

¿Es nostálgico?

Un poco sí, estamos oyendo a Satie y eso es nostalgia.

¿Hay algo que echa de menos?

Quisiera que México estuviera mejor, me tiene muy enojado que el país esté tomado por la violencia y los narcos, y que no se haga nada. Batallo mucho con eso espiritual y emocionalmente.

¿Y a nivel personal?

No, a mis setenta años sería absurdo decir que me gustaría que México fuera como hace cuarenta años. Me encanta viajar por el país y descubrir su sentido del humor, creo que eso nos salva.

¿Se considera una persona satisfecha?

No creo, estoy satisfecho de mis amistades y de que tengo muchos cuates. Algunas cosas de mi obra me encantan, en ese sentido sí, pero uno nunca está conforme con todo.

¿La posteridad?

No me interesa, quién sabe qué va a pasar con lo que uno hace. No quiero pensar en eso, lo que me toca es mantener la pasión en lo que hago, leo periódicos, escucho noticias en radio, voy al día. Ya no pinto como antes, ahora trabajo a deshoras, me encanta la mañana y la luz del día para pintar.

¿La luz es vida?

Sí, no podría vivir en un lugar oscuro, me encanta el color y el mar, en ese sentido soy medio impresionista.

 

 

 

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