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“Quienes piensan y determinan el futuro hoy, son los empresarios de Silicon Valley”: Isaac Marcet

El ex CEO del medio de comunicación PlayGround, publica el ensayo ‘La Historia del futuro’.

  • Redacción AN / HG
12 Nov, 2024 13:29
“Quienes piensan y determinan el futuro hoy, son los empresarios de Silicon Valley”: Isaac Marcet

Por Héctor González

Entre 2008 y 2022, Isaac Marcet (Barcelona, 1981) dirigió PlayGround, un medio de comunicación digital cuya audiencia se contabilizó en millones de usuarios. La competencia desleal por parte de los desarrolladores de Silicon Valley, propició que la plataforma desapareciera, lo cual a su vez mermó la salud de quien hoy publica La Historia del futuro (Plaza & Janés).

En su ensayo, el también filósofo hecha mano de los grandes mitos antiguos para reflexionar sobre el devenir y las implicaciones que tiene la forma en que nos relacionamos con la tecnología y en particular con la Inteligencia Artificial.

 ¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la frase: “el futuro no es lo que era”?

El futuro se inventa como concepto e idea a partir del año 1500. Con el nacimiento del capitalismo y la deuda se cree que vamos a mejorar. Cuando te endeudas crees que el día de mañana podrás pagar los intereses, es decir, el día de mañana va a ser mejor que el presente. Antiguamente era todo lo contrario, en las culturas prehispánicas se creía que el tiempo no progresaba de forma lineal y ascendente, sino que era cíclico. Naces, envejeces y mueres, y así sucesivamente, pero para nacer se tenía que morir. A partir del 1500 se empieza a utilizar de forma más extendida la palabra “futurum” en latín, para designar la idea de que el tiempo va a mejor. Ahí es cuando empiezan nuestros problemas. El tema no es si tenemos o no futuro, el problema es si es bueno o no.

Pero esto tiene relación con una perspectiva religiosa, ¿no? El catolicismo promete una vida eterna y mejor.

 No necesariamente, de alguna manera la religión católica trae una idea lineal del tiempo, pero en el libro defiendo que es lo contrario. Su propuesta es que has de morir, sufrir y pasar este viacrucis, para trascender y de esta manera alcanzar un estado superior. Hay un decir “no” al mundo material para decir “sí” al reino interior del cual hablaba Jesucristo. La religión católica como las culturas prehispánicas o las culturas egipcia o griega, plantean una degradación antes de alcanzar un paraíso que no es terrenal. A partir del 1500 se cree que el paraíso está en la tierra, condición que se acentúa con la Revolución Industrial. Si somos conscientes de que las cosas no necesariamente mejorarán tendremos una mentalidad más precavida.

En el libro expones cómo, gracias al capitalismo se le han atribuido, al futuro, conceptos como creatividad e innovación.

El capitalismo ha cogido conceptos muy loables y los ha invertido para darles un componente a su conveniencia. En Madrid, Airbnb habla de innovación en el sector del hospedaje, cuando en realidad está ocasionando una gentrificación tremenda. Me parece ejemplar en este sentido, Emmanuelle Charpentier, la científica que descubrió el CRISPR-Cas9, la tecnología de edición genética por la que ganó el Premio Nobel. Cuando fue consciente de su descubrimiento prohibió su uso comercial pues tuvo la visión para imaginar que en un futuro podría servir para diseñar humanos con criterios fascistas o discriminatorios. Hay que tener mucho cuidado con palabras como innovación, resiliencia o creatividad.

Escribes también que la droga más adictiva es el cálculo del tiempo…

Digamos que ya que no aceptamos el presente, cuando lo cierto es que todo y como decían los maestros sufís islámicos, todo aquello que no te ancla en el presente, es pura especulación. El ser humano vive con miedo de lo que pueda pasar sus familiares, el medio ambiente, etcétera y eso produce neurosis. Por eso en el Evangelio, según San Mateo, Cristo decía muy lúcidamente, mirad a las aves, a los pájaros, que no necesitan de tanto trabajo para conseguir comida, es decir, se puede vivir una vida más tranquila o digna, siempre y cuando confíen y tengan esperanza. Desde luego la pobreza y la violencia existen, pero también es verdad que hay una obsesión demasiado grande por acumular, trabajar, construir y destruir. Según mi criterio, no podemos seguir hacia adelante de forma neurótica y con miedo, tenemos que parar y reflexionar.

En el libro planteas una diferencia entre futuro y devenir, ¿cuál es la diferencia?

“Futurum” tiene que ver con la idea de que vamos a mejor, además y curiosamente, se acuña la palabra junto con la invención del reloj mecánico que en realidad no mide el tiempo porque en el fondo, el tiempo es relativo, depende de cómo lo experimentas, de dónde vives y cómo lo mides. “Devenir” en cambio, viene de “venir”, nos remite a la concepción antigua que implica que el tiempo es en el fondo una caída. De acuerdo con la física moderna, vamos hacia el caos, no hacia el orden; y ante esa caída lo que necesitamos es intentar comprenderla para obtener sabiduría y entonces volver a ascender.

Tú mismo viviste una experiencia en esta lógica.

El libro es una respuesta a mi creencia sobre lo que pensaba que era el futuro cuando empecé PlayGround en 2008. En su día, quisimos construir el medio de comunicación del futuro, y es cierto que conseguimos algo importante desde el punto de vista de la audiencia, pero me parece, todavía hoy, que la tecnología más que apoyar al periodismo de calidad, lo está destruyendo. Las redes sociales han creado una economía de mercado digital que estimula al influencer y no a una redacción sólida con un equipo editorial. El monopolio de Silicon Valley es el gran beneficiario de esto. Tan solo en Estados Unidos el año pasado se despidieron a 20 mil trabajadores de los medios de comunicación, la mayoría periodistas, las redacciones “fantasma” habitadas por Inteligencia Artificial van al alza. No puede haber futuro cuando nuestros aparentes aliados digitales en realidad son nuestros enemigos. Históricamente los medios de comunicación digitales, creímos que Google era nuestro canal de distribución y nuestro aliado, pero en poco tiempo lanzará un buscador automatizado con Inteligencia Artificial que dará al usuario información ad hoc, es decir, se convertirá en un creador de contenido lo que supondrá una competencia totalmente desleal.

En el libro hablas de la necesidad de una discusión ética, legal y reflexiva para revertir esta tendencia. ¿Ves las condiciones para esto?

Con la Inteligencia Artificial tendríamos que haber hecho lo mismo que Emmanuelle Charpentier. Antes de lanzarla al mercado deberíamos haber pensado en sus implicaciones. A los grandes desarrolladores no les interesa el bien de la humanidad sino ganar dinero. Vivimos una época en donde quienes piensan y determinan el futuro son los empresarios y en particular los de Silicon Valley.

A lo largo de la lectura regresas a los grandes mitos, ¿qué tipo de respuesta encuentras en ellos para nuestra época?

La solución real, aunque hay mucho que hacer políticamente y también mediáticamente, es personal y tiene que ver con el reencuentro con antiguas cosmovisiones del tiempo, de la vida y del humano. En el Templo de Apolo, en Grecia, había una insignia que decía “Conócete a ti mismo y conocerás los astros, el cosmos y a los dioses”. Creo que ha llegado el momento de volver a conocernos a nosotros mismos.

 

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