“La mesita del comedor, una película auténtica y personal, pero sobre todo libre”: Caye Casas
El realizador español habla de su nueva película a la cual de define como un cine de guerrilla que busca cimbrar al espectador.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
Maria y Jesús son una pareja que acaban de ser padres. Inmersos en una crisis matrimonial, comienzan tomar decisiones que en lugar de aminorar el caos lo acentúan, la primera es una mudanza y la compra de una aparentemente e inofensiva mesa.
Fiel a un cine independiente y perturbador al máximo, el realizador español Caye Casas estrena en México, La mesita de comedor, una película cruel, provocadora, pero sobre todo difícil de olvidar.
¿Cómo nació la película?
Es una película cien por cien independiente, totalmente de guerrilla, rodada en diez días y en casa de una amiga. Queríamos contar una historia inexplicable, inolvidable y que fuese terrorífica sin que necesariamente sea de terror.
No es una cuestión de recursos explorar en los infiernos del ser humano.
Ahora el audiovisual vive un momento donde las plataformas mandan y dictan lo que se debe hacer o ver. Cristina Borobia, la coguionista, y yo detectamos que cada vez se hace más de lo mismo. Hay producciones prescindibles, y en cambio películas como la nuestra, dura, políticamente incorrecta, violenta y donde lo pasas muy mal, quedan de lado porque precisamente son las que rechazan las plataformas. Por eso queríamos hacer una película totalmente contracorriente, de ahí nace también la historia que sabíamos que solo podía existir si se hacía de manera independiente. De hecho, uno de los grandes distribuidores al ver la película nos dijo, “La mesita del comedor no debería existir”.
¿A qué atribuyes que hemos llegado a este nivel de complacencia?
Al dinero, ahora lo que se buscan son fórmulas que funcionen de acuerdo con el algoritmo. En España, no sé cómo sea en México, estamos en un momento de mucha corrección política, la gente tiene la piel muy fina y esto ocasiona que historias incómodas no tengan salida.
La película inicia como una comedia negra y poco a poco se distorsiona en algo muy distinto.
Desde el principio nos propusimos sorprender al espectador. El título en sí mismo es bastante inocente, sin embargo, conforme se desarrolla se convierte en una tragedia con dosis de humor negrísimo.
¿Por qué usar a una pareja como resorte de la historia?
Me gustaba la idea de presentar a unos personajes en crisis matrimonial, quienes conocemos la vida en pareja sabemos que hay momentos buenos y otros malos. Era importante también, subrayar que decisiones incluso muy pequeñas como elegir una mesita de comedor pueden traer consecuencias enormes y marcar el resto de una vida. Al final quería mostrar que la vida es cruel y que todos pasamos por momentos oscuros.
Y los infiernos son personales…
La mesita del comedor demuestra que el infierno existe, pero no es con fuego ni Satanás; el infierno es cuando el destino te da un puñetazo en el estómago y la vida se convierte en algo sin solución, creo que esa es una de las partes más potentes de la película.
Me queda claro que crees en la mala suerte…
Creo en la mala y en la buena suerte; y en que se tiene que vivir al máximo cada momento porque nunca sabes por donde te llevará el destino.
La mesita del comedor tiene mucho del cine tipo B, ¿así lo planteaste desde el principio?
Sí, ahora más que películas se hacen productos o contenidos donde todo está controlado. Como decía al principio, este es cine de guerrilla absoluto. En comparación de las grandes producciones nosotros tenemos una ventaja y es la libertad, hicimos lo que quisimos y con los actores que queríamos. La mesita del comedor es auténtica, personal y de autor, pero sobre todo es un cine libre.
¿Ves algún tipo de riesgo en el cine políticamente correcto?
El riesgo es ir a contracorriente. Hay un tipo de prensa y festivales aplauden este tipo de cine, pero la industria tiene miedo de encajarlo. Actualmente se trata al espectador como si fuera tonto cuando la realidad es que no lo es, está claro que si publicitas una película con 200 millones de euros como Barbie u Oppenheimer irá a verlas, pero también si les presentas propuestas originales igual le llamarán la atención. La mesita del comedor es una película que maltrata al espectador, pero que a la vez le hace sentir muchísimo, genera muchas sensaciones y eso al final se agradece y la prueba es que en el Festival Macabro ganamos el Premio del Público. Cada vez pasa menos que una película te haga sentir algo auténtico e inolvidable.







