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Réquiem por un atleta palestino de fondo

Majed Abu Maraheel, el primer atleta de Palestina en competir en unos Juegos Olímpicos, Atlanta 1996, muere a los 61 años en el campamento de refugiados de la Franja de Gaza por falta de medicamentos

  • Redacción AN / MMV
18 Jun, 2024 12:33
Réquiem por un atleta palestino de fondo

Mauricio Mejía

Que los muertos entierren a sus muertos.

La esquela de Majed Abu Maraheel llegó tarde, y casi a escondidas; las barbaries se nutren de paciencias, de dejadeces. La nota fúnebre, escueta; llena, en cambio, de pesadez. Tanta ira, dolor y desgarramiento; tan poca vida. Atlética, hasta el final.

Majed Abu Maraheel nació en un lugar sin patria. Y murió allí, entre los desterrados.

En aquel 5 de junio de 1963 -cuando los padres recibieron al niño Abu Maraheel, en un sanatorio de Nuseirat- la Franja de Gaza estaba ocupada por la República Árabe Unida, como se llamaba entonces al Egipto milenario. Cinco años antes se había creado – con fórceps- el Estado de Israel. Los padres de Abu Maraheel habían sido desplazados de sus tierras y se habían instalado a unos cinco kilómetros de Gaza, en la que se instaló en 1948 el “gobierno de todos los palestinos”. Un eufemismo pasajero -soplido estéril- en la milenaria batalla en Oriente Medio.

Justo cuando el futuro atleta del fondo y del medio fondo olímpico cumplió cuatro años -5 de junio de 1967- se desbarató de nueva cuenta el mapa político y militar de la región. La Guerra de los Seis Días -que comenzó con un ataque aéreo israelí ante las amenazas egipcias de una avanzada sobre su territorio- provocó que la Franja de Gaza dejara de ser ocupada por la República Árabe y comenzará a ser controlada por Israel, que, además, se anexó la Península del Sinaí, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán. Abu Maraheel no volvería a ver a su tierra sin la opresión israelita, cada vez más intensa, cada vez más agobiante.

Cuando tenía nueve años, Abu Maraheel se enteró por los vecinos de sus padres que en Múnich habían sido abatidos los integrantes de Septiembre Negro que habían atentado contra la delegación israelí en la Villa Olímpica de Baviera, durante los Juegos de 1972. Poco a poco llegaron las noticias de sucedido. Pocos palestinos estaban enterados del enigmático nombre del brazo armado de aquel grupo creado -dieron después- por la Organización para la Liberación de Palestina, que dirigía Yasir Arafat, líder nacionalista nacido en 1929, en El Cairo.

Un año después, Abu Maraheel -quien corría en las calles de  Nuseirat y otras ciudades de la Franja perseguido por las fuerzas militares israelíes- ya tenía la edad suficiente para darse cuenta de las malas noticias que llevaba la guerra del Yom Kipur de 1973. Palestina, su tierra sin patria, quedaba, de nueva cuenta, en el aire de la geopolítica y sin reconocimiento entre las grandes potencias militares y económicas del mundo.

 

A su manera, entre la improvisación y el empirismo, Abu Maraheel se inició en el atletismo entre las empedradas calles de la Franja, que a veces eran caminos y, otras, armas para la Intifada, la batalla de las rocas, contra la ocupación israelí (en la de 1991 fue capturado por los soldados israelíes mientras portaba un arma de fuego). El joven, obcecado y testarudo, conoció tarde las pistas de atletismo que usaban sus futuros rivales olímpicos. Carente de zapatos adecuados, de equipo de entrenamiento y de asesores técnicos, mantuvo su vocación por las carreras de fondo en medio de las turbulencias y los bombardeos.

Abu Maraheel logró imponerse en carreras improvisadas de varios kilómetros de distancia hasta que fue reclutado por Yasir Arafat para integrarse en su equipo de seguridad. En 1993 se firmaron los Acuerdos de Oslo, en los que, ante el presidente estadunidense William Clinton, Issak Rubin y Arafat se comprometieron a hacer cumplir un tratado de paz en Oriente Medio. Palestina ganó una simulada forma de autonomía, que no tardaría en romperse.

En 1995, el asombroso corredor -que usaba un reloj de precaria tecnología para medir el tiempo de sus carreras- llamó la tención del COI y fue invitado a participar en los 10 mil metros de los Juegos Olímpicos de 1996. Antes había sido llamado a participar, en un gesto de amistad y de paz, en una prueba de larga distancia en las calles de Tel Aviv. Después de sortear la posibilidad de que formara parte de una delegación unida iraelí-palestina, Abu Maraheel logró encontrar su propia e histórica ruta.

A los 30 años, en Atlanta, Abu Maraheel se convirtió en el primer atleta palestino en desfilar en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos modernos, a pasar de que el Comité Olímpico Palestino fue reconocido en 1931, siete años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuyas atrocidades contra la raza judía en toda Europa propiciaron la creación del Estado de Israel.

Abu Maraheel terminó en el lugar 42 de 48 atletas en los 10 mil metros.

Luego se dedicó a preparar atletas palestinos para las pruebas de media distancia, de fondo y de medio fondo. Los jóvenes que adiestró se inscribieron en varias ediciones olímpicas, incluida la de Londres 2012.

Al comienzo de este junio de 2024 sufrió una insuficiencia renal en el campo de refugiados de Nuseirat, que ya encontraba casi demolido por los ataques del ejército israelí en la Franja de Gaza, desde la ofensiva iniciada tras los atentados del 7 de octubre. Como ha dejado en claro el mensaje de Médicos Sin Fronteras, las medicinas para atenderlo fueron -como en el caso de miles de heridos, niños, mujeres y ancianos- insuficientes para salvarle la vida.

Abu Maraheel murió entre los muertos el 11 de junio, recién había cumplido 61 años.

Una esquela, escueta, recuerda la soledad del corredor de fondo…