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Mónica Castellanos lleva la tragedia de Pasta de Conchos a la literatura

La escritora advierte que en el sector minero todavía hay muchas negligencias.

  • Redacción AN / HG
20 Feb, 2024 18:24
Mónica Castellanos lleva la tragedia de Pasta de Conchos a la literatura

Por Héctor González

A las 2:30 de la mañana del 19 de febrero, de 2006, una acumulación de gases ocasionó una explosión en la mina de carbón Pasta de Conchos, en Coahuila. El incidente ocasionó quemaduras de primer y segundo grado a 11 trabajadores que lograron salir, mientras que 65 mineros más murieron. Hasta la fecha solo dos cuerpos han sido recuperados.

La escritora Mónica Castellanos (Nuevo León, 1960) recuerda que vivió aquel suceso con profunda indignación, al punto que durante años se dedicó a investigar lo sucedido para publicar lo que hoy es Carbón Rojo (Hachette), una novela que se vale del testimonio y documentación para articular un relato que exhibe las condiciones en que viven y trabajan los mineros en México.

¿Carbón rojo nace por el interés en hablar de Pasta de conchos o por una anécdota concreta?

Nació de varias situaciones. Una tarde platicaba con una prima quien me contó la historia de su abuelo, dueño de unas tierras en la zona carbonífera, justo donde estaba Pasta de Conchos. Recuerdo que lo sucedido en la zona en 2006, me conmovió mucho. Seguí la noticia en la prensa de modo que cuando escuché el relato de mi prima, comenzaron a juntarse las piezas de la novela, esto fue en 2018. Luego mi madre falleció y durante una visita a su cripta surgió el personaje de Carmina, una mujer que habla con los muertos. Quería contar una historia donde convergieran la situación minera, el periodismo y una visión femenina.

La situación de los mineros y la misma presencia de los muertos, hacen del libro algo muy mexicano.

Sí, para crear al personaje de Indalecio, recurrí a las entrevistas de los siete sobrevivientes de esta tragedia en la que perdieron la vida 65 mineros y apenas se han recuperado dos cuerpos. El diálogo con los muertos es desde luego un guiño a Juan Rulfo; para comprender el trabajo minero y construir los diálogos hice un intenso trabajo de investigación.

¿Habló con los mineros sobrevivientes?

No, ellos ya no quisieron. Las viudas, los familiares y los sobrevivientes se cerraron a las entrevistas, para cuando llegué a hacer la investigación el ambiente ya estaba muy complicado. Recurrí a la labor de otros periodistas a través de videotecas y hemerotecas, contacté a Daniel de la Fuente, un periodista de Monterrey que estuvo en Pasta de Conchos y de manera muy generosa me facilitó todo su material para documentar la historia.

De ahí viene la figura del periodista como narrador…

Así es, le pedí que me contara él mismo como había vivido ese suceso. El libro no es una crónica por eso hice del protagonista un periodista muy sensible al dolor de las personas. Mi reto como novelista estuvo en reunir estos testimonios.

¿Qué licencias se tomó por medio de la ficción para contar la historia?

Hay un acontecimiento real: el derrumbe de una mina. Ahí hay una persona que documenta lo sucedido, pero los diálogos y la recreación de situaciones son licencias literarias. Me reservé el nombre de los mineros por respeto a ellos, pero sí me mantuve fiel a los acontecimientos. Me interesaba también aportar voces femeninas a la literatura minera que básicamente ha sido masculina.

¿Qué reflexión le dejó escribir Carbón rojo?

Mucha indignación, cuando encontré que la minera no cumplía las normas o que la Secretaría del Trabajo daba por buenas medidas de seguridad que no se habían cumplido, cuando descubrí que el sindicato de mineros no luchó por sus trabajadores, sentí una enorme tristeza y enojo. Es terrible que en México muchos mineros trabajen en condiciones totalmente desprotegidas. Las mineras tienen mucho dinero, sin embargo, prefieren parchar cables o cajas de transformadores en lugar de cambiarlas. Hay muchas negligencias y debemos decir ya basta.

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