“El cuento es ideal para explorar nuestro lado oscuro”: Mónica Lavín
La escritora apunta que el momento actual le parece emocionante y espera que con una mujer en la presidencia se vea otro estilo y se observen otros códigos de gobierno.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
Un cuento debe ir más allá de la anécdota, comenta Mónica Lavín (Ciudad de México, 1955). No basta con contar un episodio, es necesario dejar espacio a la incertidumbre y el asombro, “un cuento es lo que calla” dice y para llegar a ese punto es necesario poner atención en la mirada y los pequeños detalles.
Desde hace más de treinta años, ha intentado poner en práctica estás premisas y un nuevo ejemplo es El lado salvaje (Tusquets), su nuevo libro de relatos. Las obsesiones se mantienen desde hace tiempo, el amor, las relaciones, la soledad y el paso del tiempo, si hay algo que ha cambiado es el enfoque “supongo que esto se debe a la experiencia acumulada”, reconoce. Asume también que ahora concilia mejor la posibilidad de contar su experiencia como mujer “es verdad que antes se quería la aprobación del club de Toby”.
¿Qué hay de tu lado salvaje en este libro?
En sí ser escritora ya es medio salvaje, la escritura es muy insensata en el sentido de que uno se sienta a contar una historia sin saber su destino, nada más por el deseo de armar un mundo de palabras y tal vez resolver algo; tienes una pregunta y quieres sumergirte en otras vidas, sospechar miradas, es un poco como esculpir en el aire. Quizás en este libro lo más salvaje es asumir una libertad frente al cuento, a pesar de que es un género canónico y estricto en su forma quise explorarlo para ahondar en sus limitaciones. En este momento de mi escritura busco experimentar, pero sin ser desleal con el género.
¿Ahora te dejas llevar más?
Sí, con intenciones distintas. Hay un cuento donde aparentemente no pasa casi nada, en otro fijo la mirada en una muñeca, en sí hay personajes que me permiten explorar lo salvaje de las emociones. Me parece que el cuento es un género ideal para explorar de manera frontal nuestro lado oscuro.
Empezaste como cuentista, ¿has desarrollado una teoría del cuento?
El cuento es lo que calla, nunca es explicativo, no hay obviedad; es un género de equilibrio, siempre hay una explosión interior, las anécdotas estridentes no me interesan, prefiero poner atención en lo menos visible, quizá en lo más pequeño. Me gusta cuando Cortázar dice que la novela es como el cine y el cuento como la fotografía porque hay que escoger el enfoque y los límites. Todo cuento rebasa una anécdota.
Después de haber escrito un libro tan íntimo como Últimos días de mis padres, ¿qué representó El lado salvaje?
Siempre significó un contrapunto o un respiro mientras escribía Todo sobre nosotras y Últimos días de mis padres. La novela es la incertidumbre y el cuento implica puntería, en ese sentido fue un juego, como salir al recreo.
Hay menos memoria…
Desde luego, la literatura pide malicia, pero el cuento más. Si solo trabajas con la memoria no necesariamente la tienes.
Estos cuentos fueron escritos en al menos los últimos diez años, ¿pensaste el libro con una unidad temática?
Creo en la vida independiente del cuento. Desde principio del siglo XX tenemos la idea de que los cuentos existen reunidos, pero eso no necesariamente implica que exista un principio unificador. En este caso, el lado salvaje viene de algo que no controlan los personajes; la idea de la fragilidad y de cómo en las pequeñas cosas la vida se manifiesta en grande, podría ser una apuesta que surgió tras Últimos días de mis padres, espero no sonar a libro de autoayuda, pero a veces la vida tiene destellos. La literatura tiene un espíritu de comprensión por el otro y de asombro por las diferentes formas de vida.
Aquí están los temas que te han acompañado a lo largo de los años: las relaciones, el amor, el tiempo, pero ahora con más luminosidad.
Supongo que esto se debe al tiempo de vida y la experiencia acumulada, ahora detesto las películas donde solo hay sordidez porque me parecen una mentira. Si todo fuera sórdido estaríamos muertos, siempre estamos buscando cómo inventar algo que nos de sentido. Escribir me da el propósito de manejar el tiempo, de convulsionar las palabras y las cosas que suceden, es una forma de resistir ante lo que pasa, ya me puse trágica, pero es verdad que en mis primeros cuentos no les daba salida a los personajes.
Esto se aprende con los golpes de la vida…
Los golpes nos curten la piel. La vida deja cicatrices, lo verdadero te raya la piel. Me gusta la película Perfect days, porque nos muestra a un hombre que dentro de su rutina encuentra un espectáculo en el parpadeo, el reto es cómo escribirlo.
La mayoría de tus cuentos están protagonizados por mujeres y hoy se dice que el país vive tiempo de mujeres, ¿qué expectativas tienes en este sentido?
También hay hombres en mis cuentos, como me interesan las personas no me gusta nada más escribir de mujeres, aunque es verdad que antes me contenía más al escribir la experiencia femenina. Como decía Ethel Krauze, se quería la aprobación del club de Toby. Ahora estoy más conciliada o cercana a las experiencias que suponen tener un cuerpo de mujer. Respecto al momento del país, espero que haya una diferencia en el estilo y la mirada, que se observen otros códigos. Me parece un momento emocionante, quizá ahora el discurso está demasiado cargado, supongo que llegará un momento de equilibrio en donde no importe si somos hombres o mujeres, pero por lo pronto es una realidad que vivimos en el país de los feminicidios.






