“La mayoría de los adolescentes de los pueblos originarios no ven en la educación una opción para construir el futuro”: Mikel Ruiz
El escritor tsotsil habla sobre su libro ‘El origen de la noche’, título por el que obtuvo la edición 17 del Premio Nezhualcóyotl.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
“La literatura puede funcionar como una puerta o ventana para tratar de comprender la realidad”, apunta el escritor chiapaneco, Mikel Ruiz (Chiapas, 1985).
Ganador del Premio Nezahualcóyotl, por su novela El origen de la noche, el narrador tsotsil habla sobre cómo ha cambiado la realidad de los pueblos originarios y detalla que en su nuevo libro explora el tema de la violencia armada, recreando escenarios y personajes que reflejan elementos de la cosmovisión de su comunidad y las contradicciones sociopolíticas del sur de México.
El origen de la noche se presentará en el Salón de Firmas de la Feria del Libro del Palacio de Minería, el 26 de febrero a las 15:00 h. Un día después, el 27 de febrero, el Museo Nacional de Culturas Populares será sede de su lanzamiento a las 18:00 horas.
¿Qué ha significado en tu carrera ganar el Premio Nezahualcóyotl?
De algún modo me dio visibilidad y por otro me dio certeza sobre lo que estoy haciendo. Me parece importante que se hable de ciertos temas y empujarlos socialmente.
Tanto en tu libro anterior, Los disfraces de la muerte como ahora en El origen de la noche, abordas la realidad social, política y de violencia en Chiapas.
A nivel personal sí es una preocupación. Directamente no he vivido la violencia como tal, pero sí ha estado muy cerca de mi entorno. La violencia ha transformado la realidad y la forma de ver la vida de la gente, desde ese punto de vista me parece un tema importante. Últimamente ha tenido más presencia en los pueblos originarios y eso me ha llevado a tratar de entenderla, algo que creo que comparto con algunos de mis lectores. No podría decir que en mis libros encontrarán respuestas, pero sí una ventana desde la cual observar cómo estamos leyendo las realidades que vivimos. Me parece que la literatura puede funcionar como una puerta o ventana para tratar de comprender la realidad.
¿Cuál es el precio o la marca que deja en los jóvenes crecer en estos escenarios de violencia?
El precio es muy alto. Hoy en día son muchos los jóvenes que no ven en la educación una opción de vida. Cada vez son menos los adolescentes de los pueblos originarios que ven o han visto la educación como una opción para construir el futuro. Su motivación actual es seguir un ritmo de vida, un imaginario que les permita acceder a cierto tipo de vida que ven u oyen en los medios o en las canciones. Es un tema complejo porque de algún modo plantea o replantea sus vidas. Hoy, según lo que he visto, creen que todo es efímero, entonces tratan de conseguir y tener todo rápido.
Tu novela respeta la cosmovisión de tu comunidad, la tsotsil, ¿cómo dialoga esta cosmovisión con la realidad social?
Es verdad, me ha tocado ver cómo los jóvenes han desplazado muchísimo la participación de los ancianos. Ahora muchos jóvenes tienen el control de organizar lo que podríamos llamar la comunidad. Esto no viene de hace 10 o 20 años, sino de varias décadas atrás, con la llegada de programas sociales, históricos, políticos, antropológicos y religiosos. Ahora hay una situación bastante mezclada y con una fuerte presencia en muchas de las confrontaciones violentas en estos lugares. Desde la academia es difícil ver, cuando ciertos grupos sociales organizados imponen una forma de vida con cierta violencia. Creo que eso es lo que más ha afectado últimamente a las comunidades y a la cosmovisión social en general. Cada vez es más común ver cosmovisiones que mezclan muchas formas de ver la vida. Hoy, por ejemplo, las comunidades están llenas de iglesias evangélicas han desplazado a la católica que era la que dominaba o dominó en un cierto tiempo.
Eso ha influido la relación de los jóvenes con, por ejemplo, la educación…
Así es. En mi libro Los disfraces de la muerte muestro toda esa visión del conflicto mezclado entre la Revolución mexicana, el poder político y la Iglesia. En su momento, la Iglesia católica tuvo mucho poder, pero a partir de los sesenta y setenta, la situación cambió con la llegada de las iglesias evangélicas a través del Instituto Lingüístico de Verano, un plan que se alió con el gobierno y que posteriormente trabajó con el Instituto Nacional Indigenista bajo esta lógica de cambio social a partir de la educación y el bilingüismo, pero sobre todo de la castellanización, que es otro punto importante en el proceso de transformación del pensamiento de la gente y que ha venido a desplazar muchas formas de pensar propias.
¿La política pública hacia los pueblos originarios cómo ha cambiado durante la 4T?
Se puede ver en varios niveles. Ha sido cercana a un grupo social de los pueblos originarios que ha llegado al poder y que, a su vez, ha estado reorganizando a los pueblos. Es un hecho que se está estratificando la sociedad con fines políticos, en especial quienes están en la misma fila de los partidos, pero sobre todo en las organizaciones sociales. En Chiapas no solamente existe una forma de organización política, hay varias que están muy relacionadas con la política y que viven en resistencia. La violencia también ha sido traspasada desde estas organizaciones; hoy, por ejemplo, por lo menos en Chiapas, la forma de organización es bastante intensa en términos militares. En realidad, no se ha tratado de buscar o por lo menos no se ha encontrado una solución que brinde equilibrio entre las ideologías, visiones políticas y religiosas. No hay una respuesta positiva que permita una solución realmente deseable y que la coexistencia de las diferencias ideológicas, políticas, religiosas en los pueblos.






