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‘La frontera invisible’, el último rincón de México habitado por la Marina

El documental más reciente de la cineasta Mariana Flores Villalba, llega a las salas del país.

  • Redacción AN / HG
25 Jul, 2025 12:56
‘La frontera invisible’, el último rincón de México habitado por la Marina

Por Héctor González

A 700 metros de la costa de Colima se encuentra Isla Socorro, el último resquicio del territorio mexicano hacia el Océano Pacífico. Ahí, hay una base de la Marina Nacional donde parece que no pasa nada. Justo a ese espacio aparentemente olvidado viajó la cineasta Mariana Flores Villalba para filmar La frontera invisible.

A través del documental, que recién llega a las salas, conocemos este paraíso natural y al mismo tiempo conocemos algo de la intimidad de los marinos. ¿Qué lleva a un individuo a sumarse a las fuerzas militares? ¿Qué piensan de la violencia? ¿Cómo llevan la distancia y la lejanía de su familia?, estas son apenas algunas de las preguntas que busca responder la cineasta.

 ¿Cómo llegas a Isla Socorro? ¿Cómo te enteras de su existencia?

Eso sucedió hace varios años, en 2008. Unas amigas biólogas iban para allá a hacer sus prácticas de campo, a su regreso me contaron de este lugar. No tenía idea de que existía. Me hablaron del archipiélago y de que no había población civil, solo un destacamento chiquito de la Marina. A partir de ahí empecé a pensar en hacer una película.

Sabemos que acceder a la Marina y al Ejército no es fácil. ¿Cómo conseguiste entrar y ganarte la confianza de los marinos?

No fue fácil, tardé dos o tres años en estar buscando el permiso. Allá tampoco fue sencillo, hicimos cuatro viajes y cada uno duró entre cuatro y cinco semanas. De lo que se trabaja era de convivir y construir una relación amistosa. Conseguimos trabajar con la gente que quería compartir sus historias.

¿La Marina te puso alguna condición sobre los temas a abordar?

No, no me pusieron ninguna condición de temas.

¿Cómo delimitaste lo que querías hablar con los marinos? ¿Hasta dónde querías llegar?

Siempre supe que quería conocer un poquito de quiénes eran. Me interesaba el aspecto humano, de dónde venían, cuáles eran sus historias, cómo vivían el ser marinos. No había escuchado sobre las emociones de estos cuerpos entonces esa era la dirección que me interesaba para la película.

¿De qué manera el escenario, finalmente es una isla aislada, determinó el tono de la película?

Creo que para la conversación fue muy bueno. La isla es un espacio que te hace reflexionar, predomina la calma y no pasa nada. Hay mucha contemplación y entonces uno se la pasa pensando y revisitando su propia historia. La isla por sí misma genera metáforas que apoyan y contribuyen a profundizar en lo que se está contando.

¿A nivel personal qué reflexión te generó estar ahí?

Fue una sensación muy poderosa. Me conocí más respecto a mí relación con la naturaleza y la violencia en nuestro país. Me hizo pensar en cómo y quieres somos como seres humanos, en cómo convivimos con el espacio y las instituciones. La espera me ayudó a desarrollar la empatía, a saber observar y escuchar. Fueron cosas muy intensas en un periodo relativamente corto. Cada que regresaba a la ciudad sentía como un reacomodo de lo que había sucedido allá.

¿Podrías decir que los marinos están interesados ser escuchados o en contar su parte más humana y emocional?

Obviamente hay gente a quien no le interesa. Muchos no quisieron darme una entrevista, pero sí hay quienes quieren contar su vida y hablar de lo que les pasa, de su familia, de cómo viven y experimentan el mundo. Quería conocer a los seres humanos más allá del velo de la institución. Creo que la institución como tal es una cosa, y las personas que la conforman, sobre todo la base, es otra.

Una vez que tenías el espacio y los testimonios, ¿cómo fue el proceso de edición para trabajar la narrativa?

Fue muy largo, muy difícil. Una parte del proceso la hice con Astrid Rondero, tenía una escaleta previa, pero evidentemente muchas cosas cambiaron. Sabía, por ejemplo, que el huracán sería un momento climático, quería hacer un contraste entre la naturaleza y el mundo interior. Fue un trabajo de hilado fino encontrar los temas fundamentales.

Es verdad, el huracán es un momento importante en la película. ¿Fuiste en esa temporada con la intención de buscarlo o simplemente coincidió?

Fuimos dos veces en verano, porque yo quería un huracán. Quizás no era la mejor idea, pero para mí era fundamental para hacer un reflejo natural de todo lo que pasa. Es un fenómeno muy potente y que evoca muchas cosas.

¿Qué dificultades te representó a nivel producción estar ahí en ese momento?

Cuando tocó la isla era categoría 1 de modo que fue bastante leve. Salimos grabar y muy pronto los marinos nos dijeron que regresáramos a la casa porque era peligroso, desde ahí grabamos casi todo.

¿Cambió tu percepción de la Marina y de las fronteras a partir de la película?

Pude entender un poco más porqué la gente de cierto sector elige entrar a la Marina. Es una vía para sobrevivir y tener un trabajo seguro en un mundo de mucha precariedad económica y desigualdad. Comprendí lo dura que puede ser la vida militar, los riesgos que conllevan las miles de violencias que ejercen sobre ti y que entonces luego tú ejerces. En general creo que la película me enseñó a tener paciencia, a respirar y a observar.