“Regresar a la infancia me permite mantener una perspectiva fresca”: Mariana Musalem Ramos
La realizadora mexicana habla sobre ‘Armas blancas’, su ópera prima.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
Durante el verano, Valeria (Sofía Q. Amaro) conoce a un nuevo amigo. Con apenas diez años, la menor se acerca a lo que es su primer amor. En el umbral de la adolescencia experimenta un crecimiento emocional que solo encuentra complicidad en su tío Julio (Andrew Leland Rogers), recién separado.
A partir de recuerdos personales, Mariana Musalem Ramos desarrolla Armas blancas, una ficción acerca del crecimiento y el desarrollo emocional de una joven. Tras su estreno en el Festival de Cine para niños y jóvenes en Malmö, Suecia, la película se estrena en las salas mexicanas.
¿Cuál es el origen de Armas blancas?
Quería escribir una película que fuera del tipo de cine que me gusta, es decir, dirigido por mujeres y en particular argentinas. Hay, además, un interés por contar algo de mi niñez y de cómo el primer amor me marcó de por vida.
¿Te parece que el coming of age es un género poco abordado en México?
Creo que sí, en la escuela siempre te dicen es muy difícil trabajar con niños, perros o viejitos. Desde luego, como país tenemos temas más fuertes y relacionados con el contexto social o político que dominan en el imaginario. Me parece que el predominio de este tipo de ideas es lo que hace que sea un género poco explorado.
¿Cómo trabajaste en términos de cámara y lenguaje el punto de vista de una niña?
Siempre me interesó pensar en el punto de vista de los personajes, su altura, su madurez, por eso los papás están desdibujados. Valeria está en el tránsito de una nueva etapa y por lo mismo hay cosas que no les quiere contar, creo que eso es lo que determinó los encuadres.
¿Por qué te interesaba subrayar que hay punto en la vida de los hijos que deja fuera a los padres?
Es algo intuitivo, de alguna manera me pasó en algún momento. Había cosas que por pena o porque simplemente no me nacía, evitaba contarles. El personaje del tío Julio, que es con quien ella más se abre, está basado en una de mis tías que justo llegó a vivir a la casa porque se divorció. En general, mis tías me marcaron y fueron parte importante en mi formación.
Curioso que Valeria empatice con el tío Julio a pesar de que está saliendo de un divorcio.
Sí, es a quien ve como un cómplice e intenta darle consejos sobre el amor a pesar de que está deprimido. Creo que al final los une el hecho de que ambos atraviesan un proceso de cambio.
Después de hacer la película, ¿qué tanto eres consecuencia de ese periodo?
Cuando creces pierdes la capacidad de sorpresa de muchas cosas, por eso importante volver a la niñez o a la adolescencia, en particular si fue buena. Al menos en mi caso, regresar a aquella edad me permite mantener una perspectiva fresca.
¿Qué desplazamiento en tu forma de pensar supuso hacer Armas blancas?
No tengo hijos y por lo mismo trabajar con niños me emocionó mucho. El casting y el rodaje fue muy fuerte, pero a la vez me dejó ver que entre su generación y la mía no hay tantas diferencias.
Leí que para esta película tuviste como referencia estética Veneno para las hadas, de Carlos Enrique Taboada, ¿por qué?
Fue algo que se dio de manera intuitiva, pero es verdad que vi sus películas y me marcaron por su forma de acercarse a los personajes infantiles, sin embargo, también Lucrecia Martel fue una enorme referencia.
¿Qué tiene el verano que es una estación hasta cierto punto idealizada?
Crecí en la ciudad de Oaxaca, una ciudad bastante caliente y tropical, recuerdo que iba mucho a la playa, además era una temporada en la que por las vacaciones jugaba con mis primos. Supongo que esa idealización tiene que ver porque me permitía estar cerca del mar que es algo que hasta la fecha me sigue gustando.






