La riqueza del que viene de afuera | Entrevista con Yael Weiss
La escritora Yael Weiss habla de su libro 'Los muros de aire y otras crónicas de la frontera', ejemplar que a través de cinco historias exhibe la precariedad de la migración.
- Redacción AN / HG

Por Estefania Ibañez
La escritora Yael Weiss (Ciudad de México, 1977) odia las fronteras, piensa que los estados nación poco a poco se hacen obsoletos y las comunidades son cada vez más pequeñas porque quieren ser autónomas.
Estima que las personas migrantes significan riqueza y fuerza de trabajo, además tienen diferentes maneras de ver la vida, por ende, se deben revalorizar.
“No necesitan que se les pobretee, estas personas son una riqueza si sabemos recibir lo que traen e integrarlo. Hay lugar en México, los países más ricos cultural y económicamente son los que aceptan muchos migrantes”, dice.
Marcada por sus experiencias en las ciudades fronterizas de Tijuana, Ciudad Juárez, Ciudad Hidalgo, Tenosique y Reynosa, Yael escribió Los muros de aire y otras crónicas de la frontera (Debate), decidió compartir cinco historias de personas migrantes de Centroamérica.
Las historias que relató son conmovedoras, están inspiradas en personas que transitaron por el territorio mexicano previo a querer cruzar el muro fronterizo de Estados Unidos, lo hicieron aun con miedo a ser violentadas, pasar hambre y enfermedades, entre otras situaciones feroces a las que se puede enfrentar quien no quiere estar en su país de origen.
“Lo que tienen absolutamente todos los migrantes es que están siendo parte de una historia común y cada uno trae ingredientes personales”, explica la editora de la Revista de la Universidad de México.
Yael cuenta que las primeras dos visitas a los albergues no fueron planeadas, siente que “fueron coincidencias”, y el trato con la gente no lo eligió, fue cuestión de azar, lo que le tocó vivir espontáneamente.
Un aspecto que no quería perder la escritora era tratar con semejanza a las personas migrantes, en la medida que pudo, las acompañó y se sintió parte de su grupo.
“Pasé cierto tiempo con ellos, traté justamente de percibir lo más posible de la persona, recopilar lo más posible de sus palabras. Llegué con el relato de lo que me tocó ver, el relato lo mejor contado con todas las herramientas del escritor que son la observación y el lenguaje. Siento que fui a un frente de guerra y regresé para relatar lo que estaba pasando allá”, comenta.
Como tú y como yo
Durante las estancias en comedores o dormitorios, que fueron previo y durante la pandemia de Covid-19, Yael comprendió que los emigrantes tienen necesidades y deseos como cualquier ser humano.
“Me di cuenta de que estas personas son como yo o como todos, en el sentido de que no hay tanto denominador común, es un mundo en marcha, son como países en marcha. Hay una variabilidad inmensa y lo que traté de poner es la multiplicidad.
“Los rasgos en los que coinciden son sobre todo la precariedad de la situación y la exposición, es decir, una persona que no está en su casa –nos pasa hasta cuando somos turistas–, no está en su terreno y está expuesta, está aún más expuesta si no tiene derecho de estar ahí, si tiene que estarse escondiendo, si tiene que estar pasando por las veredas oscuras, si nadie la está esperando en ningún lugar, si no puede pedir ayuda o si no tiene una red social para apoyarse en el país extranjero”, comenta la también traductora.
Los muros de aire es una invitación a que se mire a los inmigrantes con solidaridad y dejar atrás la mirada de victimización.
“No estoy tan de acuerdo con el discurso de ‘pobrecitos’. Sí, están en una situación muy difícil, no podría decir que es una situación más difícil que la de los niños que duermen en la calle o la de las personas que tienen una fuerte discapacidad, hay tragedia humana en todas partes, pero ellos en especial tienen mucha valentía y fuerza, es gente que decidió salir y vérsela por sí misma, es gente que tiene agallas”, asegura.
En Yael despertó la conciencia de que las personas que migran simbolizan esperanza y su mayor distintivo es el coraje para conseguir una mejor vida, en la que no prevalezcan la violencia y las carencias.
“De las mejores cosas que tenemos en la civilización lo hacen los migrantes porque es gente que se movió, que tuvo la necesidad y al mismo tiempo la valentía de no quedarse en el lugar a colaborar con el crimen organizado, son personas que quieren vivir y sobrevivir. Saben que pueden trabajar, saben que pueden lograrlo y saben que es peligroso, pero se llevan a sus hijos porque prefieren el riesgo de intentarlo que morir pobre, violentado o humillado en una vida que no es una vida humana digna”, afirma.
Pacto de confianza
Incluso en la inestabilidad de los lugares donde solían pasar los días y las noches las personas migrantes, Yael creó fuertes lazos de confianza.
“Cuando estaba en Tapachula y fui al Paso del Coyote, que es donde cruzan las lanchas de Guatemala a México y viceversa, nada más me quería asomar para ver cómo era, no sabía que iba a dormir en ese lugar ni que iba a conocer a estas personas que me iban a provocar una confianza tal como para quedarme a dormir”, expresa.
Sin poner en extremo peligro su vida, la escritora convivió de forma familiar con gente desconocida, pero de la que sintió empatía y respeto.
“No temí más que en muy poquitos momentos por mi integridad, porque siento, y espero tener razón porque siempre se puede ir en contra de este sentimiento de seguridad, que si estás alerta y sientes que puedes tener confianza, la puedes tener.
“Sí confió en el pacto de confianza que haces con ciertas personas cuando convives con ellas, aunque pueda ver que han sido violentas en otro momento de sus vidas, en ese momento particular es otro el pacto que creamos”, afirma.
Personas valiosas
A través de su libro, la maestra en Letras Modernas, ofrece un discurso diferente al que habitualmente se asocia a las personas migrantes, acepta su forma distinta de ver el mundo porque esas percepciones foráneas pueden sumar a las nuevas culturas por las que transitan y donde se establecen.
“Los migrantes son valiosos y revivifican sociedades anquilosadas, además no hay un perfil de migrante, todos los migrantes son distintos, sus intenciones y deseos son distintos, hay algunas cosas en común, pero en realidad son mundos en marcha, con tan diferentes percepciones de las cosas como son todas las personas con las que convivimos, son simplemente otros de nosotros que están ahí”, explica.
Otro tema penoso que cuenta Yael es la violencia a la que se enfrentan muchas personas que pasan o deben cumplir un alojamiento en México, mientras esperan cruzar al país norteamericano.
“Para mí es una vergüenza que tengan tanto miedo de pasar por aquí, que lo más feo del proceso migratorio son los abusos a los que los sometemos nosotros. Un migrante venezolano que pasó por el Darién, uno de los lugares más temibles del mundo para cruzar, donde vio cadáveres de la gente que se quedó en el camino, dijo que sentía el mismo miedo al entrar a México que al entrar al Darién, por lo que le han dicho y por las cosas que ha visto”, comenta.
Con tristeza Yael expresa que México es violento para los residentes y más para las personas que están de paso: “somos un país peligroso, de gente mala y abusadora y lo que viven los migrantes es lo que nos hacemos a nosotros mismos, lo hacemos a las personas precarizadas y con las personas que no tienen con qué defenderse también nos super ‘agandallamos’, concluye.
Los muros de aire y otras crónicas de la frontera será presentado el miércoles 30 de agosto en Casul, a las 19:00 horas, participarán Adrián Román y Amarela Varela.







